V:Compañeros De Entrenamiento

296 39 0
                                    

No iba a parar de murmurar, eso seguro.

Tampoco iba a parar de tomar notas intermitentemente en su cuaderno.

A fin de cuentas, no todos los días se le permitía observar a su amiga explotando un lado que no esperaría de ella; sí, la había visto luchar otras veces pero no con esa detención. Ahora podía ver las posibilidades de tener una compañera que fuera así de hábil con lo que su cuerpo lograba hacer y las estrategias que fluctuaban en su cabeza eran miles.

Sin embargo, Iida no podía evitar mirar con preocupación a Midoriya mientras este no sacaba la vista del enfrentamiento que estaba ocurriendo frente a la clase. Era imposible no notar que estaba haciendo rechinar sus dientes y que semostraba más inquieto de lo normal; todo más evidente aún cuando a cada cierto tiempo veía cómo activaba el Full Cowl sin darse cuenta. Incluso podía sentir la tensión en sí mismo ya que habían sido varios los momentos en que había deseado saltar al centro y sacar a Uraraka de ahí.

Tsuyu estiró su mano y la posó sobre el hombro de Iida mientras que éste se estiraba un poco, adoptando una posición que le permitiría tanto atrapar a Midoriya si hacía algo indebido como correr hacia su amiga de ser necesario; ella también rebosaba preocupación en su mirada, pero confiaba en lo que Ochako podía hacer y era capaz de comprender que la intervención de sus amigos no sería nada bienvenida. Observó cómo -nuevamente- Ojiro conectaba un golpe duro en un costado de su compañera y apretó el hombro de Iida cuando la escuchó soltar un quejido de dolor, uno de los tantos que ya le habían escuchado ese día.

Intentó en vano controlar su respiración mientras miraba con un dejo de temor los fieros ojos de su compañero de entrenamiento, era claro que para Ojiro las cosas se estaban saliendo un poco de control y había comenzado a tomarse aún más en serio el enfrentamiento, el último golpe que había conectado con su cuerpo lo decía. Ahora figuraban ahí, listos para reaccionar a una órden de su maestro, mientras que Ochako sentía que podría desfallecer en cualquier momento.

¿Realmente necesitaba seguir con eso? En un inicio creyó que sí, anhelaba poder demostrarle a sus compañeros que sí servía para algo, aunque fuese para demostrarles que su cuerpo tenía una mejor resistencia que cuando utilizaba su individualidad -todos la habían visto con mareos o vomitar luego de un uso prolongado de su antigravedad, lo que la hacía vulnerable en batallas extensas-, y ya eran muchas las veces que había terminado sintiéndose un lastre no solo en los entrenamientos, sino que en las situaciones de vida o muerte a las que ya se habían enfrentado. Pero su cuerpo le gritaba que se detuviera. Estaba segura de que debía tener esguinces y quizá algún hueso roto, sin contar con los múltiples hematomas que aparecerían en su cuerpo en unas horas. Era suficiente con haber llegado al enfrentamiento final de ese mini-torneo que estaban celebrando con sus compañeros, situación a la que había llegado más por suerte que por mérito propio.

A duras penas esquivó una patada de su compañero quien, a pesar de verse también cansado, tenía más experiencia en ese tipo de enfrentamientos y no significaba una gran dificultad el no poder utilizar su cola para atacarla. Logró conectar un golpe que no era ni lo suficientemente fuerte ni rápido como lo era al inicio y ni siquiera fue capaz de conectar el siguiente golpe: Ojiro la esquivó y ella terminó trastrabillando hasta casi caer.

- Uraraka -escuchó un grito ahogado desde el lugar en el que se encontraban sus amigos observándolos. La voz de Deku le llegó clara y pudo distinguir en ella la preocupación y la desesperación.

Miró hacia sus amigos y negó con la cabeza. No quería darse por vencida aún, necesitaba ayudarse a sí misma, de lo contrario nunca podría ser una real compañera para Deku, Iida o Tsuyu: las únicas personas con las que le interesaba iniciar una agencia en algún futuro.

Volvió a tomar una posición de ataque y Ojiro le dedicó una sonrisa agotada. Era obvio que él sería quien ganara esta contienda, pero eso no implicaba que ella no iba a dar lo mejor de sí. Podía sentir la electricidad entre ellos, él también estaba por llegar a un punto de inflexión en donde sería capaz de perder el control; sería peligroso si lo lograba, pero también una pequeña victoria: todos sabían que cuando alguien pierde el control demuestra también sus debilidades más fácilmente.

La dulce y firme voz de Gunhead llegó a su cabeza desde los recuerdos lejanos de meses atrás:

Piensa dónde vas a dar el siguiente golpe, cuál será tu siguiente movimiento, nunca despegues tu mirada de lo que hará tu contrincante. Debes estar siempre lista para responder y cómo reaccionar en caso de que logren conectar un golpe.

Izquierda, derecha. Golpe con la derecha, patada hacia el frente. Paso, paso. Un grito ahogado. Empujón en el hombro. Un jadeo de dolor. Esquivar, volver a golpear, jadear desesperadamente por aire. Sentir las costilas palpitar. Volver a conectar los ojos con Ojiro, escuchar más atrás murmurar a Tsuyu con Iida, oír a Deku susurrar una y otra vez palabras que no eran identificables.

Luchar.

Luchar no para sobrevivir, no iba a morir en ese momento. Pero luchar para sentirse digna, luchar para ser una buena contrincante, luchar para ser una buena compañera. Luchar para que Iida, Tsuyu y Deku estén orgullosos de ella y no preocupados a morir como se encontraban en esos momentos.

- Está quedando menos de un minuto –señaló el maestro que los miraba con ojos inexpresivos desde un costado.

Conectó un golpe, una patada con todas sus fuerzas en medio del pecho de Ojiro. Escuchó su quejido de dolor y ella salió despedida hacia atrás luego de perder el equilibrio por el golpe. Sintió las manos de Kaminari en su espalda -así de lejos había llegado que casi cae sobre sus compañeros-. Se dio la vuelta y esbozó una sonrisa a modo de disculpa para luego volver a darle la cara al chico con el que luchaba.

Pagó cara la distracción. Sintió las piernas de su compañero rodeándola y haciéndole una llave en el suelo. Esta vez no fue capaz de acallar el grito de dolor que tenía en su cuerpo, supo entonces que ya sus fuerzas se habían acabado, lo sintió sobre todo cuando el sabor metálico de la sangre subió desde su garganta. Observó lánguida al joven que de pronto la miraba con pavor y supo que lo había logrado: Ojiro estaba fuera de sí, era el momento perfecto para conocer sus debilidades y encontrar una brecha en su defensa que le permitiera hacer algo más que solo lanzar golpes con esperanza. Sin embargo, ella ya no tenía forma de seguir con esa pelea… se sintió un poco de vuelta al festival deportivo.

Se arrepentía, claro que sí. Solo a ella podría ocurrírsele que con una práctica y unos cuántos entrenamientos podría hacerle frente a alguien que había dedicado toda su vida a practicar artes marciales.

Tonta e inocente Uraraka.

- OJIRO-KUN, BASTA -se escuchó el grito desesperado de Tōru y el chico soltó un suspiro. Tuvo la impresión de que iba a tener que escuchar los reclamos de la chica durante largo rato por la noche.

- Uraraka-san, lo siento -susurró a su compañera mientras soltaba el agarre de sus piernas alrededor de la chica y a lo lejos escuchaba la voz de Aizawa-sensei nombrándolo como el vencedor del día. Hubo satisfacción en su pecho, pero también un sentimiento amargo.

La vieron caer y no hacer un movimiento más. Escucharon la voz de Aizawa darla por perdedora. Y ahí estaban, corriendo y saltando lo más rápido hacia ella. Sin embargo, Ojiro se agachó y la tomó en brazos. Fue él a quien se le manchó la ropa de sangre cuando Uraraka comenzó a toser.

- Mierda -murmuró para sí mismo más como un regaño que otra cosa. Era claro que tendría que seguir entrenando su temperamento: no supo cuándo detenerse al sentirse acorralado por la chica.

Con pesar y seguido de sus compañeros, salió con ella rumbo a la enfermería para que los ayudaran a ambos con sus golpes. No sólo era una forma de redimirse ante sus últimas acciones, sino que también una forma de reconocer a su contrincante.

Con todo lo que había escuchado y visto de ella, jamás pensó que en sus ojos encontraría la misma decisión que había en su familia para la lucha cuerpo a cuerpo. Sabía que para ella no era fácil seguir el ritmo porque era la primera vez en su vida que pasaba por entrenamientos físicos de ese tipo.

Aún así, ansío entrenar con ella. Se dijo a sí mismo dedicándole una mirada de disculpa a los amigos más cercanos de la chica: desde ahora iba a quitarles algo del tiempo que la chica les dedicaba.

Uraraka Ochako:El Camino Para Ser Una Heroína Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ