Mi jefa acuerda con la competencia

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El silencio me iba a enloquecer en cualquier momento.

Emma iba conduciendo en mi coche, había insistido frente a toda mi familia ya que yo dije que quería acompañarla a la reunión, pero no decía una palabra.

Teníamos al menos dos horas de viaje por delante, llovía a cántaros, y para peor, no había ningún otro vehículo en aquellos caminos.

No entendía por qué ella no decía nada. Me estaba poniendo muy nervioso. Odiaba el silencio, siempre lo había odiado. Al menos el silencio incómodo.

-Emma.

-Mmm.

-¿Quieres que te releve?

-No, está bien.

Silencio otra vez.

-¿Segura? Después de anoche, si...

Ella pisó bruscamente el freno y una oveja cruzó el camino. Luego retomó la velocidad, alejándose de la mancha blanca de lana.

Suspiré y tamborileé con mis dedos sobre mis rodillas. No era mi día de suerte.

-¿Cuándo es la reunión?

-Hoy.

-Lo sé. Preguntaba...

-Por la noche.

-Oh.

Ella suspiró y siguió concentrada en el camino.

Miré la lluvia que caía por la ventana y decidí firmemente que no podía ser así. Aquella sería quizás la última oportunidad de estar a solas antes de llegar a la ciudad, y no quería perderla.

-¿Vas a dejar de hablarme por todo el viaje o solamente hasta que lleguemos a la oficina?

Emma se sonrojó.

-Te estoy hablando.

-Oh, vamos.

Ella suspiró otra vez.

-No es tan sencillo. Me gustaría saber cómo haces para verme a la cara sabiendo lo que te hice en el cobertizo.

Sonreí al recordar su boca entre mis piernas.

-¿Por qué?

-Tú sabes por qué.

Meneé la cabeza.

-No.

-¿Crees que puedo verte a la cara sin recordar que me besaste entre las piernas?

Sonreí y le apoyé una mano en la rodilla.

-Según lo que creí, te gustó.

Ella se sonrojó.

-Sí, pero...

-Entonces puedes verme a la cara y recordar cómo gemiste mi nombre.

-Rupert.-Protestó ella frenando otra vez para dejar pasar a una bicicleta.

Aprovechando que el coche estaba detenido, apoyé mi mano sobre la suya, en la palanca de cambios, y me miró unos segundos.

Sonreí.

-Escucha, guapa, no te avergüences de lo que pasó.

-¿Entonces no cambia nada?

Ladeé la cabeza.

-¿De qué hablas?

Emma mordió su labio inferior.

-Que me hayas... Que hayas hecho eso... ¿No cambia nada entre nosotros?

La señorita Watson [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora