RUN TO YOU [Meanie //One Shot]

RUN TO YOU

-Historia basada en la canción "Run to You" de Bryan Adams. 

Los gritos cesaron cuando tomó un pequeño bolso con lo indispensable y salió por la puerta perfecta de la casa perfecta, casi saltó por el perfecto jardín, y yendo hasta lo único que parecía no ir con la vida maravillosa que sus padres y sus ex suegros se habían esmerado en crear. Sólo sabía que esa tarde, lo único que tenía era su viejo auto de colección y las cosas que ahora llevaba en el maletero.
No le importó la estación de radio que sonó, solo subió el volumen para no escucharla. Sabía que si su voz se hacía presente, sus palabras diciéndole que lo amaban, su cerebro tan moral bloquearía todos su músculos y volvería a pisar el hogar que todos armaron para él. Aceleró, mirando por los espejos como aquella mujer olvidaba que alguna vez le había regañado por haber pisado el jardín y, ahora, sus tacones de diseñador se enterraban entre la humedad del césped y las petunias. Le dolía verla así, destrozada y desfigurada por el maquillaje que caía con sus lágrimas pero, aunque la culpa caía ahora sobre las manos de su volante, sabía que ella no era del todo una santa.
La radio resultó ser una emisora sin cortes comerciales de las mejores canciones de los últimos años y subió unos niveles más de volumen cuando tocó el acceso de la carretera. Tenía un gran viaje por hacer y grandes ganas de llegar.
MinGyu tenía veintisiete años, un trabajo perfecto, una esposa perfecta y una casa maravillosa en los suburbios. Toda una vida de película, su cuenta no tenía números en rojo y, aún así, lo único que se sentía propio era un Dodge Challenger del 71 azul que, por obra del destino, estaba aceptado por la larga lista de papá. Lo demás estaba perfectamente calculado por su familia y el rico padre de la mujer a la que acababa de abandonar. Desde los platos, hasta las servilletas, nada en esa casa se sentía como un hogar propio. Siempre fue un invitado, un desconocido en la estructura que debía sentir como guarida de su propia vida hasta volverse viejo y cansado. Tomando la carretera con dirección al Este, pensó en ella. Sabía que lo amaba, o ella decía hacerlo por la eternidad. Para MinGyu esas palabras, muchas veces sabían a mentira, una tan fría que lo hacía dudar sobre aquellos sentimientos. Él era un hombre de piel, necesitaba abrazar, tocar y demostrar sus sentimientos mientras ella solo se tornaba cariñosa cuando asistían a las fiestas y los fotógrafos, los salpicaban en flashes. En casa jamás la vería, siempre con sus amigas en reuniones sociales o durmiendo en sus finos camisones cuando MinGyu llegaba tarde de la firma. Jamás obtendría un abrazo primero y jamás podría correr el labial de sus labios. Las veces que la tocaba, era cuando ella exigía que sus amigas no podían embarazarse antes que ella. La situación, en sí, se hizo cada vez más difícil de soportar. MinGyu prefirió, hacer el papeleo hasta tarde, tomando cada caso que le sirviera, verificando leyes hasta la madrugada y sintiendo cada noche un vacío enorme que aún no se llenaba.

Abrió un poco la ventanilla, la noche comenzaba a caer sobre la carretera desierta mientras la música seguía su ritmo en la radio. No estaba cansado, él necesitaba seguir. Su celular se iluminó por última vez cuando la llamada de su amigo SeungCheol, iluminó la pantalla.

—MinGyu, dime porqué estoy en un viaje de negocios y tengo a tu esposa histérica en la otra línea preguntando por ti.

—Hola para ti también, Cheol. —sonrió cuando su auto conecto el manos libres como un buen chico. —Y ahora, es ex-esposa. Presenté los papeles del divorcio esta mañana en la oficina de su abogado.

—¡¿Qué?! — la voz de SeungCheol, que por lo general era gruesa y varonil, sonó más como la de un niño sorprendido en un juego de terror. —¡¿Tú?! ¡¿Divorciándose?!

—Si. —contestó riendo después de eso, estaba malditamente feliz de decirlo. —No me reproches que no te lo dije, pero tu lindo esposo aceptó mi caso y, como es un abogado altamente calificado y con más carácter que el mío, decidió no decirte antes de que yo. No lo regañes, sinceramente, le prometí algunas cosas.