¡Vamos! ¡Con amor y dedicación todo es posible!

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Sant Petersburgo, Rusia.

— ¿¡Qué usted qué?! — exclamó histérica la asistente del Director en Jefe.

El poderoso señor Yuuri Katsuki, uno de los empresarios más jóvenes jamás vistos. No solo su intelecto era impresionante, también poseía belleza y disciplina, cosas muy llamativas en el mundo de los negocios, sin embargo, últimamente su corazón ha estado interfiriendo mucho con la última de esas cualidades.

Después de su ruptura con Viktor Nikiforov, Yuuri se ha vuelto además de irritable, una persona muy emocional. Su corazón lo está arrastrando de un lado a otro, sin importarle lo más mínimo si le conviene o no.

En este momento, el gran jefe recogía algunas cosas de su escritorio.

— Como lo oíste Karina — respondió con calma — Me iré un par de meses a París — su pobre asistenta no quería creer lo que escuchaba.

Ella realmente admiraba a su jefe, pero no podía hacer algo como eso de forma tan repentina, especialmente considerando que la navidad estaba a un mes.

— P-Pero señor, el desfile navideño será dentro de cuatro semanas y-y-

— Lo sé — interrumpió sin darle la importancia que necesitaba.

— ¡No puede irse así como así! — alzó la voz nerviosa — T-Tal vez sea el jefe, pero no puede hacer lo que quiera cuando quiera — nunca en su vida pensó que sería capaz de decirle algo así a Yuuri.

Ante eso, el nipón detuvo su tarea y posó su mirada hacia la mujer que ya estaba temblando.

— L-Los accionistas quieren hablar con usted, y tiene entrevistas y reuniones agendadas para todo el mes. No puede irse sin decir nada, ¡Quedaría un caos!

El corazón del nipón comenzó a latirle con fuerza, su relajada expresión no concordaba con lo que ocurría en su interior.

Sin decir ni una sola palabra, Yuuri caminó hasta Karina. Se paró frente a ella mirándola recriminatoriamente, ella tragó pesado y sus rodillas comenzaban a desvanecerse, sentía lo molesto que estaba Yuuri.

— Renuncio — declaró sin emoción alguna, como si lanzara aquella palabra tal cual piedra al río.

El mundo de Karina se paralizó y su estómago golpeó su pulmón. ¡¿Escuchó bien?!

Yuuri volvió a su escritorio guardando más cosas en un bolso, algunas fotografías, figuras y documentos esenciales.

La mandíbula de la rubia cayó.

— Voy a redactar una carta esta noche, fue más que un placer trabajar contigo Karina — agregó con una sonrisa, una un poco invisible.

La chica no creía lo que escuchaba, parecía toda una mala broma, ¿cómo era posible que Yuuri se tomara todo tan a la ligera?

— Este tipo de bromas no son divertidas señor.

— No estoy bromeando — deslizó sonoramente el cierre del bolso — Estoy recogiendo mis cosas porque ya no quiero trabajar aquí — la calma del nipón solo hacía que la rusa creyera lo que decía — No necesito estar atado a responsabilidades que no me enriquecen emocionalmente, tengo suficiente dinero como para abrir un negocio de lo que sea y ya no siento lo mismo.

Karina estaba paralizada. Yuuri pasó por su lado cargando el bolso lleno de sus pertenencias, paró una vez junto a la rubia.

— Muchas gracias por todo Karina... Creo que eres la mejor asistente que alguna vez podré tener.

You Found Me, YuuriWhere stories live. Discover now