[XIII]

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Su cuerpo temblaba de nervios, las palabras se atoraban en su garganta y no podía hacer más que mirar como el confundido pelirrojo lo observaba, esperando que dijera eso tan importante que tenía el azabache para decirle.

«¿Estás bien?»

Preguntó, con esa suave y dulce voz que dejaba al menor en casi completa hipnosis.

«Creo que estás temblando.»

Sus palabras sólo lo hacían más difícil, escuchar su voz lo ponía más nervioso que verlo a los ojos. Esos bellos ojos con largas pestañas que lo terminaron enamorando.

«Oye, Bakayama, ¿todo bien?»

Su corazón iba a mil por hora, lo sentía salir de su pecho cada vez que intentaba sacar las palabras. Había meditado horas y horas para encontrar la manera de decírselo sin sonar grosero, porque normalmente sonaba de esa forma.

«¿Vas a decirlo o solo intentabas molestarme? ¿Necesitas ir al baño o algo?»

El tono de voz del pequeño comenzaba a sonar molesto, preocupando al azabache de que el otro fuera a irse de ahí sin escucharlo.

«Hinata...»

Soltó a duras penas, haciendo al mayor suspirar con pesadez.

«¿Si?»

«Me es un poco más fácil si te quedas callado»

Le dijo sin reparos, para luego maldecirse a sí mismo por decir tremenda idiotez.

«Pues a mí me sería más fácil si hablaras de una vez, bakageyama»

La agresividad en su habla daba a entender que se había molestado, llevaban ahí un rato y no habían tenido ni un sólo avance

«Mira... No tengo ni la menor idea de cómo decirte esto, y aunque estuve pensándolo por muchas horas no me siento del todo listo para decirlo... Eh... Yo, tú, bueno ambos... No. Eh... Sé que yo, pues, ya sabes, no he sido del todo agradable contigo y, bueno»

Su voz temblaba, al igual que su cuerpo. El pelirrojo solo lo miraba algo molesto y bastante harto de escuchar su palabrería sin sentido, sin embargo había algo dentro de él que lo obligaba a quedarse, un sentimiento muy profundo que le daba esperanza de que lo que iba a decir fuera "eso" que también quería decirle.

«Tú... Realmente... Bueno...»

El número diez frunció el ceño.

«Kageyama. Me gustas mucho.»

El azabache abrió los ojos lo más grande que pudo, la sangre llegó de golpe a su rostro, a la vez que comenzaba a sentir fiebre de la sorpresa.
Bajó la mirada avergonzado, haciendo un leve puchero y evitando el contacto visual.

Cuando elevó el rostro pudo ver que el color rojo había pintado el rostro de Hinata, el cual había soltado sin pensar su declaración y ahora se arrepentía.

«También... También me gustas»

Susurró el menor, a duras penas, acercándose tembloroso y nervioso al pequeño pelirrojo. A la vez que la campana de la escuela sonaba, anunciando el término del almuerzo, los dos tontos del Karasuno juntaban sus labios en un tierno y nada experimentado beso, haciendo arder sus mejillas por la vergüenza que era declararse.

Habían salido por la puerta del instituto momentos antes de la campana, escapándose de un día de clases completo que Kageyama aprovechó. Caminaron sin rumbo fijo por las calles de la ciudad, recibiendo miradas confundidas al ver dos adolescentes con uniforme caminar sin prisa a esas horas de la mañana.

¿A dónde vamos?– Preguntó Shoyou, sosteniendo la mano que amablemente el otro le brindó.

No lo sé, a algún lugar.– Respondió con indiferencia.– Solíamos juntarnos por la tarde y caminar sin rumbo, la mayoría de las veces terminabas harto y me arrastrabas a alguna cancha pública para practicar.– Rió entre dientes.

No lo dudo, de hecho ya me cansé. No debimos haber salido se la escuela, Kageyama, es peligroso, yo no recuerdo nada y tú sigues delicado...

— Estaremos bien.

Tras caminar un rato más, Kageyama comenzó a sentirse cansado, debía faltar un rato para la hora del almuerzo pero tenía hambre. Si su memoria no fallaba cerca de ahí había un pequeño parque donde él y Hinata estuvieron una vez.

Su cabeza comenzó a doler a la vez que se sentaba bajo un árbol con Tobio, como si un enorme montón de pensamientos llegaran de golpe a su mente, tan de prisa y tan juntos que ninguno pudo entrar. Apretó los ojos en señal de disgusto y el menor, sentado a su lado, lo miró preocupado. Hinata le contestó con una linda sonrisa que no solo le dio a entender que estaba bien, sino que ruborizó al armador de Karasuno, que bajó la mirada e hizo un puchero.

De nuevo. Un pequeño dolor.

No fue hace mucho.– Comenzó a hablar.– Recuerdo que estaba nervioso, no podía pronunciar una oración con sentido.

Kageyama comenzó a contarle una historia, SU historia. Esperanzado de que eso hiciera recordar algo al pequeño sol, que lo miraba con los ojos bien abiertos y una tierna expresión en el rostro.





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¡Ahhhhhh perdón! Jajaja, está corto y tardé, lo siento mucho, me pondré más al tanto de esta historia.

Que por cierto está llegando a su final, muy pronto se nos acaba ;-;

¡Gracias por leer! ❤❤❤

«Don't Forget Us» [Haikyuu!! Español] Where stories live. Discover now