Cap. V

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Observar a tu padre tendido sobre una cama de hospital en Terapia Intermedia, lleno de chupones y cables por todo el pecho, conectado a un aparato que monitorea su ritmo cardiaco y emite sonidos bastante lúgubres debe de ser una experiencia terrible.

Y Alba Reche lo estaba experimentando.

—¿Cómo te encuentras? —le preguntó ella apretando su mano. Era la primera vez en 48 horas que Miguel Ángel estaba despierto y podían mirarse a los ojos.

—Muy feliz —respondió con voz bastante ronca, como si al hablar le doliera hasta el alma.

—Estoy segura de eso —la rubia sonrió sin dejar de estrechar la mano de su padre —El médico dijo que lo tuyo ha sido algo así como si hubieras vuelto a nacer, y ya tienes corazón nuevo y todo, seguro que vivirás más que yo.

—Sí sigues llevando ese ritmo de vida tan vertiginoso y lleno de excesos, es probable que tengas razón.

Su padre prácticamente había mirado el túnel, el cual decidió no cruzar para reintegrarse al mundo de los vivos y eso para Alba era un milagro. Muchas cosas se habían removido en su interior y sentía ESO que juró jamás sentir: "culpa".

La culpa de no haber pasado los últimos años cerca de su familia, culpa por llamarles únicamente en sus cumpleaños, en navidad y cuando necesitaba dinero.

Ahora su actitud había cambiado, realmente quería intentarlo, quería sacudir y limpiar toda la mierda que había sembrado como hija y como hermana, quería establecer un nuevo comienzo.

Ahora más que nunca sentía esa imperiosa necesidad de estar bien con su padre, pero el último comentario de su progenitor, sobre de abandonar su vida llena de excesos, le había sonado a reproche y eso desdibujó su sonrisa. Hasta cierto punto le hizo replantearse el, ¿Qué cojones estaba haciendo en Madrid y por que coño no cogió el primer vuelo de vuelta de vuelta a Londres cuando le informaron que su padre sobreviviría?

El ambiente se había tornado tenso.

Miguel Ángel identificó ese silencio incómodo y decidió que solamente él podría romperlo.

—Perdón, hija, sé que ha sonado como si te estuviera reclamando o intentando manejar tu vida y también sé cuanto odias eso... —él la miró con arrepentimiento en sus ojos, no quería volver a perderla.

—No te preocupes —intentó restarle importancia, haciendo uso de un ademán muy típico en ella —En lo que realmente debemos enfocarnos ahora es en que estás vivo —esbozó una genuina sonrisa de medio lado —Ya verás que poco a poco volverás a tu vida normal.

—¿Sabes por qué estoy feliz? —Alba negó con la cabeza y entonces su padre continuó hablando —Porque estás aquí. Si he sabido que estando al borde del precipicio te tendría de vuelta en casa...

Pero ella no lo dejó continuar.

—No lo digas —puso un dedo sellando sus labios —No me pienso ir de nuevo... ¿De acuerdo?

¡Joder! ¿Qué acababa de decir? Le había mentido a su padre, solamente para verlo feliz, para mirarlo sonreír. Estaba cayendo en ese juego que tanto le echaba en cara María que hiciera con Julia, se estaba dejando llevar por el calor del momento y de forma inconsciente. Había tejido su propia red de auto manipulación para tratar de borrar sus remordimientos.

—¿No me estás echando mentiras? —Miguel Ángel trató de incorporarse y se llevó una mano al pecho por el enorme dolor físico que ese esfuerzo representaba, pero cualquier molestia era ocupada por la felicidad de tener a Alba de vuelta a Madrid. SU HOGAR.

Alba hubiera querido decirle que se apresuró al decir las cosas, que las palabras salieron de su boca sin ni siquiera darse cuenta, pero ¿Quién era ella para apagar esa chispa luminosa que brillaba en los ojos de su padre?

Misión, visión, valores y objetivos de una empresa no cumplidosWhere stories live. Discover now