Capitulo siete.

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"El amor ciega y la pasión enloquece."

Traía puesto un largo abrigo que camuflaba perfectamente mi rifle Tommy Gun, herencia de mi predecesor. En el bolsillo de la chaqueta mi pistola automática Colt 1911 calibre 45.

Seguía a la perfección las instrucciones del anterior jefe, había estudiado muy bien el movimiento del lugar y el flujo de gente. Esta era la hora más propicia, minutos antes del almuerzo. Las cajas estaban llenas, así como la bóveda y los policías estarían comiendo en algún lugar cercano. Esos idiotas siempre tienen hambre aunque no trabajen mucho.

Sin querer sonreí al pensar como le caería esto a Kim, igual que en el anterior asalto le lloverían críticas. Disfrutaría el diario de mañana, compraría un ejemplar de cada editorial. Leer las críticas al nuevo comisario sería mi desquite con ese imbécil.

Ahora tenía que concentrarme en que el golpe fuera perfecto y sin demora, quería volver con mi JiMin lo más pronto posible.

Namjoon por la derecha, Hoseok a la izquierda. Hyojong ya se encontraba dentro del banco, vigilando.

Me acomodé mejor el sombrero, era necesario para que no vieran mi cabello por su color peculiar.

Oso y pantera se abrieron cada uno por su lado, yo como siempre, me dirigí al encargado de este asqueroso lugar.

— ¡Esto es un asalto! ¡Todos al suelo!— Hyojong y Namjoon quitaron con estruendo el seguro de sus armas, la gente se quedó muda, solo una que otra mujer como siempre soltó un chillido. Saqué mi arma y le apunté al pecho del gerente.

—A la bóveda— le sonreí.

El hombrecillo de escritorio se levantó temblando, caminaba despacio así que lo apuré con la punta de mi rifle. Tomó las llaves de un casillero y empezó a intentar abrir la bóveda probando con algunas llaves.

Esto nos retrasaría. Y no podía permitirlo.

—Tú eliges. ¿Héroe muerto o cobarde vivo?— le apunté con el rifle en la cabeza.

Como por arte de magia el tipo encontró la llave correcta y entramos. Saqué uno de los sacos que tenía escondido y se lo lancé.

—Mete todo allí. Billetes de 100 dólares, no quiero menos— Llevábamos 50 segundos. Estábamos muy atrasados.

Miré al techo, el lugar era hermoso, columnas griegas, murales bizantinos y piso de mármol italiano. Vaya que sí derrochaban estos bancos. Y todo con el esfuerzo ajeno.

—Es todo lo que entra— dijo el gerente alcanzándome la bolsa con sus manos temblorosas.

Estos tipos eran tan miedosos.

Lo encerré en la ostentosa bóveda. Claro, antes tomé varios fajos de billetes de 10 y de 20 que no había querido en el bolso. "Mi contribución a la sociedad" pensé.

Salí rápido, en la primera caja vi un hombre desarropado junto a algunos billetes de dólares y varias monedas. Al verme trató de ocultar su dinero.

—Guarda tu dinero, no le robamos a la gente, sólo a los bancos— su mirada de miedo cambió. Tomé uno de los fajos de donación y se lo metí en su raída chaqueta sin que nos vieran.

—Gracias Agust— dijo soltando una lágrima, maldije en mi interior. Ahora los hombres a parte de miedosos son llorones, el mundo estaba cada vez peor.

— ¿Listos? Pantera, Oso... pájaro— Hyojong me lanzó una mirada envenenada, sólo a él se le ocurría haberse puesto un sobrenombre de ave que nunca podía recordar.

ENEMIGOS PÚBLICOS. [YOONMIN]Where stories live. Discover now