14. El sol que calienta

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Kageyama seguía alucinando cuando dieron las dos de la madrugada. No tenía ni idea de en lo que se había metido, ni cómo había acabado aceptando. Lo que sí sabe es que aquello no le resultó detestable..., es más, se quedó. Todavía siente las caricias por todo su cuerpo, y si pensaba más en eso, sus mejillas se ponían coloradas. Seguía sin gustarle Atsumu, pero su cuerpo reaccionó ante él. Y, fue tan raro que lo encontró curioso.

Kageyama había recibido "la charla", pero tampoco paró mucha atención a ello. Su padre le contó cómo tenía que tratar a las mujeres, pero resultó que el niño salió gay. Nadie le había explicado qué se tenía que hacer, y él tampoco quiso sumergirse en el tema. Simplemente, no había despertado esa curiosidad por el tema sexo.

Hasta ahora.

Si bien sólo lo había tocado, lo había dejado con una sensación extraña pero buena. Toda esa agitación que sintió fue convertida después en calma. Se había quedado satisfecho. Más que satisfecho, le había gustado mucho... Pero eso no le quitaba lo raro.

Intentó dormir, pero no lo conseguía de ningún modo. Seguía pensando en el asunto, y le confundía más hacerlo ahora de repente mientras ha pasado años sin reflexionar en ello. ¿Por qué ahora sí? ¿Por qué con Miya?

Bueno, no es como si otra persona lo hubiese tocado como para pensar en alguien más.

Cerró los ojos, intentando imaginarse ovejas saltando para contarlas y así dormir. No consiguió nada. Intentó imaginarse, después, un paisaje tranquilo que le gustase para tranquilizarse. Le gustaba la noche, una sin viento. Una noche de verano, pero no muy calurosa. Que se pudiera estar afuera sin sudar ni usar chaqueta.

Al pensar en la noche, le hizo recordar la de fin de año, en el tejado. Con Hinata.

¿Hinata habría experimentado algo como él? Nunca lo había escuchado hablar de ello. Tampoco le había dicho si le gustaban los chicos, bien pensado. Hinata no era abiertamente gay como Atsumu, tampoco había pasado de todos como Kenma. Nunca le había dicho si había salido con alguien. Hinata tampoco se lo preguntó a él, así que estaban los dos por igual.

¿Qué pasaría si, un día de estos, le dijera que le gustaban sólo las chicas? Obviamente tendría que aceptarlo, porqué si él confesara su sexualidad también querría que lo comprendiera. Pero..., tenerlo entre sus brazos se veía una buena imagen. En el tejado, cuando chocaron y Hinata cayó encima, se sintió bien raro pero era como si cupiera perfectamente contra él.

¿También le haría cosquillas al tocar su piel? ¿También se le agitaría la respiración y se sonrojaría? Quizá también lo disfrutaría como él lo hizo... Quizá lo miraría directamente a los ojos y le regalaría una sonrisa tímida, tan linda... Quizá soltaría una risita nerviosa, y gemiría suavemente...

Kageyama abrió los ojos de repente. Se sentía sufocado. Imaginarse a Hinata le había hecho sentir como si una descarga eléctrica le recorriese el cuerpo. Nunca antes había obtenido esa reacción al pensar en Hinata. Bueno, hasta ahora no se había sonrojado cada vez que sonreía, no se había puesto nervioso al verlo. ¡Era Hinata! Sólo ahora se daba cuenta de pequeñas cosas que lo hacían adorable y que realmente le gustaban...

Sólo ahora empezó a pensar cómo se escucharía su nombre dicho por él. Cómo serían sus abrazos. O sus besos. ¿Podría llegar a besar esos labios delgados que siempre sonreían...? ¿Podría hacer que sus mejillas se tiñesen de rojo? Que sus manos se aferrasen a su ropa, que su cuerpo se tensara y él...

Su cara ardía. Se sentía igual que cuando Miya se le acercó tanto, o peor. Sentía que necesitaba el cuerpo contrario muy cerca, que pudieran tocarse y tentarse. Necesitaba a Hinata ahí y poder comprobar todas esas cosas. Necesitaba soltar esa tensión que sentía, una incomodidad que reconoció como la que tuvo en la tarde. Suspiró, cerró los ojos, y deslizó su mano por debajo del pantalón del pijama.

PS: Pretty SetterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora