Capitulo 43

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Ahora ella era la que se había quedado sin aliento.

Ryuhito sonrió con dulzura al ver la expresión de la muchacha, al parecer un paseo por el mar no había sido mala idea. Tenía que darle las gracias a Jong Suk por la idea.

¿Hasta qué punto era un principiante en el tema de las citas? La verdad es que llamarlo principiante era poco, era como un neonato. No tenía ni la más mínima idea de que se hacía en una cita, ni mucho menos que les gustaba a las chicas. Las sirvientas del palacio no hablaban más de lo estrictamente necesario con él, Chiasa y su abuela solo hablaban cosas referentes a su educación o su vida. Ni siquiera mencionaría a las mujeres que buscaban de manera exclusiva para atender sus necesidades hormonales.

Suponía que todos estaban demasiado seguros de que jamás tendría una cita y si la tenía era probable que ellos planearían todo. Estaba orgulloso de que no fuera así.

— ¡Oh hola! — un hombre joven los saludo desde la cubierta del barco — ¿ustedes son los que van a navegar hoy? ¿Ryuhito y Young Mi?

Ambos asintieron y el hombre abrió las compuertas para que pudieran entrar. Ya arriba, les dedico una sonrisa alegre.

— ¡Bienvenidos a bordo! Seré su capitán esta tarde, mi nombre es Chung Hee. Si me necesitan, estaré en la cabina de mando. ¡Que disfruten el paseo!

La actitud alegre del hombre le recordó a Dae Hyun y por un momento, se preguntó dónde estaría. Sin embargo, aquel pensamiento no duro demasiado ya que de inmediato, volvió a prestar atención a la muchacha a su lado. Al ver su expresión de felicidad combinada con completo asombro, sintió un estremecimiento agradable recorrerle la espina dorsal, vaya que le encantaba verla feliz.

Ambos se tambalearon un poco al sentir que el barco empezaba a moverse... a navegar. En ese momento, Ryuhito tomó a Young Mi de la mano otra vez.

— Ven conmigo — instó dirigiéndose a la proa del barco, donde la vista del mar era más impresionante.

Ella tembló. No supo si se debía a la emoción o a la brisa del mar. Notó como se le puso la carne de gallina e hizo lo que tenía ganas de hacer desde que la había visto ese día, soltó su mano, se colocó tras de ella y la rodeó con sus brazos de forma suave. Young Mi dio un respingo, pero no lo aparto, al contrario, se acercó más a él, pegando la espalda a su pecho y colocando las manos sobre las suyas, entrelazando los dedos sobre su cintura.

Ryuhito colocó la cabeza sobre su hombro con delicadeza y ella ladeó su rostro para mirarlo.

— ¿De verdad sabes cómo impresionar a una mujer, eh? — habló con tanta suavidad que estaba seguro que si no estuvieran tan cerca, no hubiese logrado escucharla.

— ¿Estás contenta?

Young Mi asintió, suspirando.

— Más que contenta, estoy cautivada. Todo esto es... maravilloso, y no me refiero solo al paseo ni a estas vistas.

Ella se dio la vuelta entre sus brazos, sin romper el contacto. Colocó los brazos alrededor de su cuello e inconscientemente, él apretó más el agarre que mantenía en su cintura. Su expresión de completa adoración hizo que su corazón latiera con marcado frenesí.

— Nunca... jamás nadie se había preocupado tanto por mí, por mis padres, por impresionarme... por hacerme feliz. ¿Qué mujer no se sentiría de esa forma ante semejante galantería? —. Acarició su nuca con suavidad y toda su piel se crispó —me has puesto a tus pies, principito. Por fin, siéntete orgulloso.

Ryuhito parpadeó un par de veces, poniendo cara de no entender nada.

— ¿Que estás intentando decirme?

Young Mi rodó los ojos.

— Sin embargo, no dejas de ser un tonto. Te estoy diciendo que me gustas, muchísimo.

Ella sonrió al ver como se sonrojaba, lo había captado. Young Mi no cabía en su dicha, se había atrevido a lanzarse por y se sentía llena de felicidad por aquella acción. Sentía su corazón latir con fuerza y sus mejillas ya le dolían debido a la anchura de su sonrisa.

— Vaya... yo no pensé que llegaría tan lejos. Ahora no sé qué hacer. Soy un desastre, Young Mi. Jamás he tenido alguna relación... y no quiero hacer las cosas mal. Por dios, debí haber pensado en esto antes de ser tan persistente. — murmuró con evidente preocupación, con una mueca que oscilaba entre la felicidad y el desconcierto total. No pudo evitar reírse.

— No me importa, en este momento nada importa, Ryuhito. Yo tampoco soy ninguna experta, iremos... iremos con tranquilidad, como salgan las cosas. Solo procura no acercarte a zorras de vestidos rojos y estaremos bien.

Él se rio de manera estruendosa, su ataque de celos hacia Min Suk le seguía causando gracia. Si era sincera, a ella también le causaba gracia recordar cómo se negaba a sus sentimientos cuando eran más que evidentes.

Las risas cesaron, dejando paso a un abrumador silencio que se plantó entre ellos. Por primera vez, a Young Mi no le incomodó su mirada intensa. Ryuhito tomo la iniciativa al dar el siguiente paso, inclinando su cabeza hacia ella y posando sus labios con absoluta delicadeza sobre los suyos.

Fue un beso tierno, suave y dulce como jamás había probado en su vida. Los movimientos acompasados de sus bocas que parecían estar hechas una para la otra.

Hubiese querido que el beso no terminara nunca, pero las cosas buenas duran poco así que debieron separarse. Volvieron a reír como tontos y ella se permitió disfrutar a plenitud de su sonrisa arrebatadora. Observando aquellos hoyuelos que habían llamado su atención desde que los había visto por primera vez...

Sin embargo, aquel momento tan maravilloso fue interrumpido por un movimiento brusco del barco, haciendo que ambos cayeran de bruces al suelo.

— ¡Auch! —se quejaron ambos debido al golpe, incorporándose al mismo tiempo. De reojo, Young Mi pudo ver como Jong Suk salía de la cabina de mando corriendo hacia ellos ¿en qué momento había subido al barco? Estaba tan deslumbrada con todo a su alrededor que no se había dado cuenta de quien la seguía.

— ¡Uy lo siento señor! ¡Ha sido mi culpa! — Jong Suk se puso de cuclillas ante ellos, con cara de espantado —. Me he tropezado y he movido el timón sin querer... he cabreado al capitán ¿ustedes están bien?

— Si, estamos bien — Ryuhito frotaba su sien, tratando de calmar el golpe, gruñó. — vuelve a tu lugar y procura no tropezarte con nada, Jong Suk.

El hombre asintió con nerviosismo, levantándose y corriendo de nuevo hacia la cabina de mando. Pobre hombre, si el capitán y su jefe estuvieran cabreados con ella al mismo tiempo no sabría qué hacer.

Volvió a fijar su vista en el príncipe, que la miraba con una expresión impasible, aunque podía distinguir un deje de diversión en sus ojos.

— ¿Por qué siempre que estamos juntos pasa algo? —Murmuró con voz queda — nada me sale como lo planeo.

Young Mi no tardo en encontrar una respuesta

— Porque yo soy un desastre y tú eres un desastre... somos un desastre.

Y a veces, era imposible resistirse al desastre.

El capricho del príncipeWhere stories live. Discover now