No creía en las historias de amor hasta que te conocí.
Ya era lunes.
Otra vez el maldito lunes.
Los fines de semana cada vez son más cortos. Odio muchísimo cuando suena la alarma y me indica que ya es hora de levantarme y volver al mundo real, al mundo de los adultos. Ese mundo que no te aporta absolutamente nada más que... ¡Bueno voy a parar ya!
Nota mental: nunca pongas una de tus canciones favoritas como melodía de alarma porque terminarás odiándola.
De camino al trabajo escucho una playlist de las tantas que tengo y sí, tengo una para cada estado de ánimo.
Actualmente trabajo en una tienda de libros y siempre, antes de entrar a trabajar, me gusta pasarme por una cafetería cercana a comprar unos pasteles. Me gusta mucho el azúcar, no puedo evitarlo.
Justo cuando voy a cruzar la calle me encuentro con una chica que está llorando. La verdad, es que nunca se me ha dado bien reaccionar a ese tipo de situaciones. Me pongo muy nerviosa y no sé si la otra persona quiere que la abrace o que la deje sola. Sin embargo, esta vez decidí acercarme.