Capítulo 27

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—Yume—

Quería hablar con Ai. Fui el primer pensamiento que tuve a primera hora de la mañana.

El día anterior, después de que aclaré las cosas con Kizumi, terminamos de comer, y él me trajo hasta la esquina de casa. De alguna manera, no quería que supiera con exactitud donde vivía, ni mucho menos que los vecinos comenzaran con algún chisme.

Y así como el día termino, la mañana llego. Junto a ella, aquel vergonzoso pensamiento.

—Quiero hablar con él... —hable en voz alta, confirmando mis deseos mañaneros.

Me incorpore de mi cama, sentándome en el borde de esta. Aun faltaban unos 7 minutos para que la alarma sonara.

Las ganas de hablar con Ai, crecían en mi pecho a pasos inhumanos. Quería verlo.

Quería verlo en serio...

—No me quedaré con las ganas...

Sali de mi habitación, en dirección al baño. Mientras más rápido esté listo, más rápido podré verlo.

De esa manera, y con ese pensamiento en mi mente. Cruce el umbral de mi casa, mas temprano de lo habitual.

Solo algo rondaba mi cabeza, mientras caminaba hacia la secundaria. Quería ver a Ai, hablar con él. Quería... tenerlo cerca.

No entendía muy bien que ocurría conmigo. Hace tan solo unos meses atrás, Ai era un chico completamente desconocido, un completo extraño que había cruzado un par de palabras a causa de su estupidez y descuido.

Una sonrisa se poso en mis labios, mientras subía las escaleras hasta mi salón de clases.

—¡Yume! —sentí mi cuerpo dar un pequeño salto, tras el repentino llamado. Gire mi cuerpo, cruzando mi mirada con la de mi amiga—. Buenos días.

Tan solo asentí en modo de respuesta. Por un pequeño segundo pensé que era Ai quien me llamaba...

—¿Estas bien? —pregunto ella, haciendo notar su leve preocupación—. Te ves un poco desganado ¿No has dormido bien?

Negué con la cabeza, desordenando un poco mi simple peinado. Lleve uno de mis mechones detrás de mi oreja antes de responder. Ella era de confianza.

—Pensé que me llamaba otra persona —hablé con sinceridad.

—¿El chico de la carta?

Sentí mis mejillas arder de golpe. Los recuerdos vergonzosos de lo que había hecho después de leerla, me inundaban la mente.

—¡Ah, te has puesto rojo! —se mofaba mi amiga.

—¡N-no...! —negué de la manera más tonta posible.

—Qué lindo —seguía burlándose mi amiga, jalando una de mis mejillas—. La carta debió ser muy romántica, para que te comportes así.

—Ya... —quite su agarre de manera amistosa. Ella sonrió en respuesta a mi actitud—. ¿Qué...?

Conocía esa sonrisa. Mei podía aparentar inocencia frente a nuestros compañeros, incluso frente a su novio. Pero yo conocía su lado más oscuro.

—Te gusta —sonrió cual demonio.

—¡No...! —mi respuesta fue rápida y torpe.

—¡Oh, vamos! —exclamo mi amiga, aprovechándose de la soledad del salón, para expresar con total libertad su loca personalidad—. ¡Te gusta!

—¡Que no! —exclame, sintiendo como el calor invadía mis orejas—. Solo... pensé que eras Ai...

Cerré mi boca de golpe, sin querer, había revelado el nombre del dueño de la carta.

—No... —trate de excusarme—. Quiero decir...

La sonrisa gatuna de mi amiga no tardo en aparecer.

—Así que se llama Ai... —guarde silencio. Talvez si me quedaba callado, ella dejaría todo esto. Incluso la aparición de su novio en el umbral del salón, me salvaría de esta—. Quien lo diría... el chico de aquella vez.

—¿Qué? —pregunte confundido.

—¿No lo recuerdas? —explico, Mei—. Ai se hizo un poco popular después de su estrepitosa caída el primer día de cases, el año pasado.

—Recuerdo su caída —aporte a la conversación.

Era imposible olvidarla...

Aquel día, en la mañana el piso estaba resbaloso a causa de la extraña lluvia de la noche anterior. Ai entro al establecimiento esa mañana, corriendo, gritando ¡Voy tarde! Aun cuando faltaban 15 minutos para que sonara la campana.

Era de imaginar que, con aquel piso, y sus apresurados pasos, pasara lo obvio. El chico resbalo y cayó contra el piso, estampando toda su cara sobre el duro cemento, mientras su bolso salía volando de su hombro, cayendo a unos pasos delante de él. Las risas no tardaron en aparecer cuando el chico se castaños cabellos, no hizo ningún movimiento para incorporarse del húmedo piso.

Recuerdo perfectamente que aquella vez, me acerque a él, ofreciendo mi mano para ayudarlo a pararse, aquel impacto debió haber dolido mucho. Pensé aquella vez.

Los ojos de Ai brillaron en cuanto se conectaron con los míos, y así, sin siquiera llegar a tomar mi mano, sus mejillas enrojecieron, se levanto del piso con torpeza y rapidez, pasando como alma en pena, por mi lado, entrando a la escuela de golpe.

Es rápido... fue lo que dije aquella vez, antes de que volviera a aparecer en la entrada, con sus orejas rojas y jadeante, recogiera su bolso, el cual había quedado tirado en el suelo, y volvió a ingresar al establecimiento.

Las risas volvieron a aparecer. Nadie sabía que había sido todo eso, pero algo estaba claro. Era la primera peor impresión.

Solté una pequeña risa, al recordar todo lo sucedido aquel día.

—¿Entonces? —insistía mi amiga—. ¿Qué decía la carta?

—Bueno... —trate de comenzar.

—¡Bro! —la voz de Yuuki en el pasillo, me interrumpió—. ¡Tienes cara de drogado!

—Ya... Yuuki.

Pude ver por la ventana que daba al pasillo, como Ai y Yuuki pasaban caminando. Ai tenia un aire desganado, incluso me atrevería a decir que tenía ojeras.

Sin pensarlo dos veces, me levante de mi asiento, cuando los chicos desaparecieron de la ventana.

—¿Yume? —hablo mi amiga, confundida por mi extraño comportamiento.

—Ya vengo, Mei —fue lo último que formule, antes de salir con pasos apresurados hacia el pasillo, viendo como Ai ingresaba al salón, antes de Yuuki, quien le había dado el paso, burlándose en el camino.

Nuevamente el pensamiento de hablar con Ai, invadió mi mente.

Bajo su Falda [B-L/ Yaoi]Where stories live. Discover now