Labial Rojo y Olor a Café

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Entré con grandes apuros al salón tras haberme despertado 15 minutos tarde con el bolso medio cerrado, algunos libros en mis manos y el cabello completamente engreñado. El profesor de literatura me mira de arriba a abajo

- Por favor - Susurré , pidiéndole compasión, el sólo asintió sacandome la primera sonrisa del día. Tuve que sentarme en el puesto menor deseado por mí: El último, deje mis cosas en la mesa y me senté en la silla tratando de interrumpir lo menos posible al profesor que desde que había llegado me había estado observando.

- Alguien llegó tarde - aquella voz me hizo pegar un brinco en mi puesto, vi al chico de ojos verdes junto a mi, me tomó por sorpresa verlo allí, nunca lo había notado en mi curso

- Jack Frots... - Susurre, Timmy sonrió de oreja a oreja encantado con su nuevo apodo

- Oye tienes que devolverme mi camisa - sólo asenti para luego prestar atención al señor arrugado de literatura

Al pasar el tiempo el profesor que pisaba los 60 nos puso a realizar unos ejercicios y el que los terminara podía empezar a leer el pequeño libro asignado a cada pareja, me había tocado con Timmy sólo porque estaba justo a mi lado. Leyendo aquel libro casi me quedo dormida, sólo había leído cosas sobre asesinatos, guerras en muchos años anteriores, dioses griegos, amores imposibles... Pero nunca... Nunca había leído sobre la conducta humana, sobre el crecimiento del humano y toda esa puta mierda... Joder...Timmy aún estaba terminando los ejercicios, así que tenía que adelantar algo sobre eso... Cada maldita palabra me hacía bostezar, por lo cual brotaba de mis lagrimales algo de agua. Cerré el libro con fuerza después de meter un pedazo de papel, sólo había leído un cuarto en una de las dos horas de literatura, me puse en posición de descanso en mi pupitre y sin siquiera pensarlo me quedé dormida

Aún soñando me levanté del suelo para dirigirme hacia la sala de la casa, mis pies no tocaron en ningún momento el suelo, todo era de un color brillante... ¿era blanco? o ¿era negro? no lo sabía con exactitud. Vi las frutas falsas en la mesa del comedor, y me parecieron repulsivas, intenté sentarme en una de las sillas, pero mi cuerpo me lo impidió, me dirigí sin motivo alguno hacía la puerta y ahí estaba mi madre, con un vestido negro señido que le llegaba un poco más abajo de los glúteos dejando muy poco a la imaginación, sus labios como siempre iban pintados de un fuerte color rojizo, en ese momento me pareció que era lo único con color en aquel... lugar...tras ella había una chica de cabellos largos igual de negros que su vestido, tendría alrededor de 12 años... esa era yo, y estábamos volviendo a casa tras haber enterrado a mi padre

De un momento a otro todo comenzó a volverme negro y escuche de nuevo aquellas voces femeninas diciendo "Es tu culpa... tú lo mataste "

- Carol - Desperté tras oír mi nombre, traté de limpiar mis lágrimas lo más rápido posible al ver a Sebastian y a Timmy esperando a que despertara, Sebastian me miró extrañado. Maldición. Tomé mi merienda, con mis manos temblorosas y aún con un nudo en la garganta... si tan sólo pudiera desprenderme de aquellos feos recuerdos

Salí del salón sin mirar atrás, sabiendo que el pato y Timmy iban sólo a unos pasos de mi

- Carol - llamó Sebastian, no le presté atención, leí a lo lejos el aviso de los baños de mujeres y heché a correr

...

Tras revisar cada una de las salas sanitarias cerré la puerta del baño con candado y me senté en el tope del lavamos, me heché a llorar en seguida, era débil, débil, tan pero tan débil y frágil que ni siquiera yo podía intentar no romperme... Mi subconsciente se apoderaba de mi cada vez que veía la oportunidad, y salía victorioso. Los sollozos salían sin remedio de mi garganta y mis lágrimas no dejaban de salir, me miré al espejo tras haber detenido un poco mi llanto, teniendo en cuenta de que ya habían tocado la campana y no quería llamar mis la atención llegando tarde. Limpie mi cara con agua fría y luego me saqué con papel, con una liga amarre mi pelo en un moño y sonreí al espejo... fingiendo que todo iba bien, de pronto lágrimas comenzaron a descender por mis mejillas, no podían, no podía hacerme la fuerte, no era fácil.

SebastianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora