¿Podría ser feliz?

02

Miré a mi profesor buscando una reacción de lástima y la encontré, el silencio inundó la habitación unos minutos, sentí como una lágrima caía por mi mejilla y una mano apartándola, la quité rápidamente, la confianza no era mi fuerte, miré a mi profesor avergonzada.

-Lo siento.- Dije con timidez en la voz.

De repente parecía como que el tiempo volvía a caminar y la enfermera añadió:

-Necesita un tutor, si no eres capaz de encontrar uno en dos horas, se le asignará uno.- La enfermera por algún motivo estaba seria y fría

Pasaron las dos horas y yo no conocía a nadie aparte de mis profesores y los padres de mis amigos, me sentí sola, como si todo hubiera desaparecido, la tristeza, el dolor, la alegría, la nostalgia, el miedo o la valentía, parecía que ya no sentía, ni felicidad ni tristeza, parecía que mis sentimientos habían muerto. Estuve esperando a que cayera una estrella en el cielo y me acogiera, pero nada. Por otro lado mi profesor había desaparecido de mi mente, estaba en blanco, sin nada que pensar y lo único que me acuerdo sentir antes de que la enfermera volviese, fue mi corazón congelándose. Miré hacia la puerta esperando a alguien que no conocía diciendo "Yo seré tu tutor" pero solo apareció la enfermera.

-De acuerdo con Ángel, él será tu tutor.- La sonrisa de la enfermera me pareció malvada y falsa, pero sé que no lo era-. Mañana te podrás ir si todo va bien, les dejaré a solas.

En ese momento sentí mi corazón volver a latir saliendo de esa burbuja congelada, "¿Es posible sentir esto es pocas horas?"-pensé, no estaba segura de que si eso pudiera salir bien o no, solo sabía que mi profesor, uno de mis favoritos, iba a ser mi tutor. Ángel arrastró el sillón y lo puso al lado de dónde estaba, me cogió la mano y empezó a acariciarla como si estuviera preocupado. Le miré, pestañeé  y lo dejé de mirar, estaba cansada, necesitaba dormir y relajarme, solo pensaba que si hubiera muerto, todo esto no hubiera pasado, me repetía eso mientras me soltaba de la mano de mi profesor y empezaba a formar una bola con mi cuerpo, quería romper y llorar, pero a su vez quería correr y abrazar a mi futuro tutor. Rompí a llorar, noté como una mano me acariciaba la espalda buscando calmarme, pero fue en vano.

Pasó una hora y mi profesor ya no estaba conmigo, estaba sola en la habitación y así quería que fuese. Me surgió un pensamiento que intenté apartar de mi mente "¿podría ser esa estrella que calló del cielo? ¿Descubriría lo que es feliz? ¿Podría sentir lo que es tener una persona a tu lado?".

Quería levantarme y correr, pero no podía moverme, estaba incapacitada de hacer cualquier movimiento fuera de la cama, estaba sola y así era como lo quería, estar sola y llorar en paz, pensar.

Pero siempre sola.

De repente me surgió un pensamiento, de mis pertenencias, las cosas que había robado, mi mochila y sobre todo la pila de libros la cual me había leído dos veces, los cuáles me quitaban todo sentimiento, en los que descubría un mundo nuevo, en los que cada personaje era distinto, ya podían ser cientos o podían ser tres, mundos de fantasía, terror, misterio, amor e incluso mis propios libros, escritos de mi puño y letra, reales y ficticios.

Y no podía faltar la foto, esa foto que llevaba siempre conmigo, donde estábamos mis padres, mi hermana pequeña y yo. Cada noche la miraba y recordaba mi vida, feliz, me sumergía en un sueño interminable de mi pasado, presente y futuro, un futuro el cuál podía existir de no ser por mí.

Yo fui la razón de que mi familia muriera, siempre yo "soy una inútil" eso es lo que pensaba desde que tengo ocho años, cuándo fue mi primer año en el colegio después de la muerte de mi familia.

Nunca me quedaba en un lugar más de tres semanas, porque me estarían buscando, por los robos cometidos o porque una vez incluso dejé inconsciente a una persona durante una semana. Pero ya era mi segundo año en ese lugar, Las Palmas de Gran Canaria, el lugar donde crecí hasta los ocho años, no tenía la necesidad de desplazarme. Era la primera vez que sabía mentir y ocultar mis sentimientos, así que decidí quedarme hasta que viera necesario mudarme, coger las pocas pertenencias que tenía y desaparecer del mapa por un tiempo, luego volver y quedarme otro tiempo. Pero todavía no se ha dado la ocasión.