Broken ángel.

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Samuel no recuerda absolutamente nada de su vida pasada, él sólo recuerda que tiene un propósito, uno el cual ya olvido.

El tiempo en ese lugar no pasa como en la tierra, para los mortales apenas pueden pasar un día cuando en esté lugar ya han pasado 10 años o quizás más.

Para Samuel los últimos mil años habían sido una total tortura, el no recordar que pasaba, porque aún seguía en ese lugar, porque no recordaba, lo consumían de a poco, llevaba más de diez mil almas recolectadas y aún no recordaba nada.

Por otro lugar Guillermo había sido torturado, degradado, humillado, más de mil veces, tanto que no las recordaba, él cada noche gritaba en silencio el nombre de la persona que amaba.

Samuel se sentó al lado de Abraham, el mencionado chico anteriormente que no había podido recordar nunca su deseo.

-¿Cómo puedes estar así? –Le preguntó Samuel al chico de frondosa barba mientras lo miraba lastimosamente.

Abraham se encontraba ido, perdido en sus nulos recuerdos, en los cuales intentaba por todas maneras deshacerse de la tristeza que poseía hace más de diez mil años.

-Simplemente no estoy –Dijo prácticamente en un murmuro mientras bajaba la mirada.

-Yo tampoco puedo recordar, necesito hacerlo pero no puedo… -Dijo mirando el oscuro cielo de ese lugar –No puedo… -

Se encontraba en una especie de castillo, en una terraza enorme rodeada de pasillos que la hacían lucir como una tétrica iglesia antigua.

Abraham lo abrazo, para Samuel ocultar su asombro fue imposible pero de todas formas de correspondió, no entendía por qué lo abrazaba, ni menos entendía por qué lloraba en su hombro empapándole la capucha negra.

-En este lugar tus sueños se irán, a medida que pasa el tiempo no recordarás nada, porqué así lo quiere Sandra, porque no quiere perder a ningún Ángel de la muerte, ella borra tus recuerdos y una vez así es imposible recuperarlos –Dijo mientras calmaba su llanto.

-Lo sé, también sé que no somos los únicos, antes de ti estaba también Mangel, él es muy retraído, cada vez que intente hablarle se alejó –Dijo Samuel mirando hacia otro extremo de la gran terraza, precisamente mirando hacia una banca.

-Él estaba antes que yo, él me lo advirtió, me dijo que mis recuerdos se irían, pero no le quise creer, prefería estar en mi nube –Dijo en un suspiro Abraham resignado –Y vaya que tenía razón, tú también estarás condenado a estar la eternidad acá –

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-Me alegro que vinieras, Samuel –Dijo Sandra con una sínica sonrisa en su rostro.

-¿Qué quieres? –Dijo Samuel, la sola presencia de esta mujer lo hacía perder la paciencia.

-Sólo quería saber ¿Por qué aún no vienes por tu deseo? –Dijo está mujer mirándolo de manera fija y escalofriante.

-Aun no consigo las almas –Mintió descaradamente Samuel intentando en vano convencerla.

-¡No mientas! –Gritó la mujer mientras colocaba sus manos de golpe sobre la mesa y se levantaba de su cómodo asiento.

Samuel trago grueso mientras se quedaba en silencio.

-Sabes que no puedes mentirme, yo mando aquí –Dijo la mujer acercándose peligrosamente a Samuel.

Samuel seguía en silencio tratando de no perder la paciencia mientras apretaba sus puños hasta el punto de quedar totalmente blancos.

Amor a la muerte - Wigetta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora