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El chico de cabellos oscuros se mantenía mirandose fijo en frente de su espejo. Sentía que su mirada le consumía su pobre alma que poco compasiva era, porque Jeon Jungkook no era un hombre bueno y él mismo tenía claro eso.

Su mano rebuscó por todo el lavamanos el objeto que tal vez terminaría todo, agarró el arma que siempre mantenía cerca para protegerse y la colocó en su cabeza, a puntando directamente en su cerebro.

No sabía porque cada mañana hacía lo mismo, tal vez era el hecho de que sabía que si algún día tenía que morir, sería él mismo el descarrado que lo hiciera. Según él nadie tenía el gran privilengio de matarlo, sólo su precioso ángel, el que estaba descansando en su cama de sábanas blancas y se mantenía en silencio.

Park Jimin...Park Jimin...

Ese era el privilegiado que dejaría que acabara con su vida.

Kook tragó en seco como el cobarde inseguro que era por dentro, dejó que su dedo índice rozara y acariciara el gatillo de su arma y luego se dedicó una sonrisa llena de orgullo en ese espejo algo sucio.

-Hoy no es el día. Tal vez, mañana.-soltó el arma dejando que esta se deslizara hasta caer dentro del lavamanos, abrió la llave del agua y juntando sus manos pudo lavar su rostro adormilado.

Con uno que otro suspiro salió del baño y se dirigió a su cama observando el cuerpo de Jimin que aún permanecía descansando. El pobre parecía cansado por la noche agitada de ayer. Supongamos que Jimin aún trataba de ólvidar el daño que le hizo a Hoseok y que estuvo toda la noche sentado en una esquina deprimido por ello, supongamos nada, porque eso fue lo que pasó.

Jeon se acercó a la orilla de la cama dónde Jimin estaba más cerca de él, tomó la mano de su delicado ángel y luego se agachó dandole un beso tierno y pequeño en esta, Jimin se estremeció levemente al sentir su tacto.

-Y-Yoongi-Jeon apartó su mano al escuchar como los labios gruesos de Jimin pronunciaron a tal persona. Aveces las cosas no cambiaban, no importa que él hiciera, Jimin siempre quiso y quiere a Min Yoongi.

-Maldición-murmurró atreviendose a pasar sus manos en la cabellera del rubio, mirando como estos cabellos brillaban gracias a los rayos de luz que entraban a la habitación.-Eres toda una hermosura-continuaba deleitando todo el rostro de el rubio, el cual al sentir mucha atención en su cuerpo, despertó un poco sobresaltado al ver que Jungkook estaba bastante cerca de él.

-Mmm...Kook-dijo alejandose de él e inclinandose para sentarse en la cama, vió su bata blanca que tenía puesta y luego al recordar lo que había pasado con Hoseok sus labios se volvieron serios.

Jeon se acomodó en la gigante cama con una sonrisa, comenzó a gatear de forma infantíl hasta llegar a el regazo de Jimin y sentarse cerca de él-Hola bello durmiente ¿Como amaneciste?-saludó acariciandole un mechón de pelo que terminó detrás de la oreja de Jimin-A noche pareciste cansado...asi que te traje a la casa japonesa de N, donde siempre serás bienvenido-Jimin frunció sus labios y luego infló sus mejillas levemente al escuchar de quien era la propiedad en donde estaba en esos momentos.

-¿Yo dormí aquí?-le dirigió una mirada atenta a Kook-¿Contigo?-se puso algo nervioso, sus ojos se pasearon por los tatuajes que estaban en la piel de ese Kook sin camiseta. No se estaba sintiendo tan cómodo, de hecho por algunas razón sentía un poco mareado.

El pelinegro parpadeó varias veces al escucharle y luego sintió que sus mejillas se ruborizaron ante tales pensamientos sucios que optuvo de su imaginación. Ojala pudiera dormir con él y follarlo como se debía, jalar de sus cabellos sudados con fuerza hacia atrás, hacer que el menor se quedara afónico con todos los gemidos que le provocaría el choque de cuerpos y hasta hacerlo sentir como una completa puta para asi ver como Jimin lloraba desesperado ante tan acto sexual.

Oreo «Yoonmin» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora