(Narra Minna)
Subí a mi cuarto a buscar una blusa bonita, encontré una blusa blanca de manga larga y cuello en V, me dejé los jeans que traía, solo le cambié el cinturón a uno más bonito con pedrería en la hebilla color café, me ondulé el cabello y me retoqué el maquillaje. Me puse unas botas cafés de tacón, que llegaban bajo la rodilla. Luego tomé una chaqueta café de cuero que tenía, perfumé mi cuerpo y en una mariconera metí mis cosas más elementales, así como el mp3 de Dougie, pues me gustaba cargarlo a donde fuera, además de que él me obligaba a llevármelo.
Salí de mi cuarto y llegué a la sala, allí se encontraba Dougie, con la mirada perdida solo observando la pantalla de su lap top.
- ¿Qué haces? –pregunté.
- Checo Twitter y esas cosas –dijo sin mirarme.
- Oh –dije y me senté a su lado a esperar a que Mario llegara por mí- ¿Estás enojado?
- No –dijo y se levantó de allí, caminó hacia la cocina. Era un hecho que estaba molesto, la pregunta del millón era: ¿Por qué?
Pasaron algunos minutos y luego se escucharon unos toques a la puerta principal. Me asomé por el hoyito y era Mario quien estaba parado allí. Abrí la puerta.
- Hola –dije desde el umbral.
- Hola –dijo y besó mi mejilla- ¿cómo estás?
- Bien ¿tú? –pregunté.
- Estoy muy bien –contestó- ¿nos vamos? –preguntó.
- Claro –dije y caminé dos pasos hacia fuera. Recordé que Dougie estaba molesto y dejé de caminar. Mi padre siempre me enseñó a reconciliarme con la gente antes de irme a cualquier lado. Uno nunca sabe qué puede pasar en el camino.
- ¿Pasa algo? –preguntó.
- Sí –dije- ¿me esperarías un momento? –pregunté y él entrecerró los ojos.
- Está bien, no te preocupes –dijo.
- Pasa a la sala, vuelvo en un rato –dije y subí trotando las escaleras.
Llegué a la habitación de Dougie y él estaba recostado en su cama, tenía la guitarra sobre su pecho y él estaba tocando la de Chills in the Evening. Me senté a su lado y él se me quedó mirando con una mirada no muy feliz.
- Necesito saber que no estás enojado conmigo –le dije- no puedo irme así.
- Vete –me dijo- solo es un capricho mío.
- Cuéntame –lo insté.
- Mario te espera –me dijo y se enderezó, puso la guitarra en el estante de su escritorio.
- No importa, dímelo –le dije y él se me quedó mirando, me levanté de la cama y me acerqué a él.
- Te quiero –susurró.
- Lo sé, yo también te quiero –contesté.
- No, no entiendes –me dijo- te quiero mucho, estoy enamorado de ti –me contestó. ¿Mi mente? En blanco. ¿Mi corazón? Latiendo al mil por hora. ¿Mi piel? Erizada. Se acercó a mí y me besó dulcemente.
- ¿Recuerdas la promesa que te hice? –yo no respondí, estaba pensando en cualquier otra cosa- Te dije que te besaría hasta que supiera que quiero estar contigo. Quiero estarlo –susurró en mis labios de nuevo. Yo no sabía qué hacer… estaba realmente confundida.
- Me tengo que ir –le contesté y me alejé de él. Salí de su cuarto y llegué a la sala, cuando Mario me vio le sonreí y salimos juntos de la casa.
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Chills in the Evening
Romance“A menudo, el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en un mismo ataúd”- Alphonse-Marie Louis.