Capítulo 13

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Los días restantes fueron bastante tranquilos, lo único que cambio en la rutina de la pelirroja fue la presencia de Josselyn. Se dieron cuenta que compartían la mayoría de las clases así que por naturaleza empezaron a hablar más, no era de sorprender el hecho de que terminaran formando una pequeña amistad.

Danielle decidió presentársela a sus amigos, así que ahora eran cuatro a la hora del almuerzo.

Uno de esos días Danielle fue nuevamente a hablar con el Coach sobre el equipo que utilizarían. Después de un par de palabras termino por decidir que ella misma traería sus cosas, se despidió y marcho. No había sido de gran ayuda, no podría esperar mucho sobre el equipo.

El lunes había llegado y Danielle tenía una mezcla de emociones encontradas, le emocionada poder demostrar sus dotes en el campo pero al mismo tiempo le incomodaba. Muchas veces sufrió el rechazo de sus compañeras por el simple hecho de ser muy buena en lo que hacía, no quería que eso volviera a repetirse por el simple hecho de que automáticamente sería nombrada capitana.

Salido de su cuarto ya arreglada, iba lo más cómoda posible ya que al final de cuentas no usaría mucho tiempo ese atuendo. Caminaba con tranquilidad hasta que una sección de fotografías colgadas en la pared llamo su atención, suspiro al recordar.

Sus padres tenían una pequeña fascinación por plasmar en ese lugar los momentos más importantes en la pequeña carrera deportiva que su hija tenía, la fotografía más reciente era la de su último partido importante en el Junior. A pesar de que Danielle se había lesionado siguió jugando y lograron ganar, esa actuación le valió para poder conseguir el premio a mejor jugador por el cual también recibió muchas críticas por parte de sus compañeras pero eso a ella ya no le importaba, después de mucho tiempo así había aprendido a que le dieran igual ese tipo de comentarios.

Siguió viendo con atención las fotografías hasta llegar a la más antigua, la fotografía de su primer partido oficial. Tendría aproximadamente 6 años, recordaba el nerviosismo que tenía en ese momento. Ella creía que iba a echar a perder todo el juego pero el resultado fue el contrario, habían ganado y eso le alegro mucho.

Con el paso de los años la pelirroja fue cambiando de posiciones y aprendiendo lo mejor que podía de ellas para así dominarlas, quería asegurarse de que en cualquier posición en la que la pusieran a jugar podría hacerlo y lo haría bien. Su madre aun guardaba todos los uniformes de los equipos que ella había formado parte, no entendía bien la razón de hacerlo pero eran idea que ella no podía controlar. Sus medallas estaban en su cuarto y algunos trofeos en el estudio de su padre. Aunque también había otros que estaban en casa de sus abuelos, Canadá y Miami respectivamente.

Danielle respiro hondo, era mejor dejar los recuerdos para otro momento porque si no media bien su tiempo iba a terminar por llegar tarde. Termino de bajar las escaleras y fue directamente a la cocina, su dieta volvía a empezar después de algunos meses comiendo todo lo que se venía en gana. No podía dejar de lado su buena condición física por algún capricho vago. Saco de la nevera uno de los tuppers que ya había dejado arreglado desde la noche anterior y lo metió a calentar un poco al microondas, siempre era bueno prevenir algunas cosas, como la comida.

Una vez con el estómago lleno y su desayuno guardado en su mochila se dirigió a la cochera, abrió una estantería y la vio. Su preciada mochila de softball quizá tenía un poco de polvo pero todas sus cosas aún se encontraban ahí, guardo en ella el cambio de ropa que había bajado para la hora de ir al campo y la metió en el asiento trasero junto a su mochila para las clases. Encendió el motor de su auto y salieron del lugar, era mejor llegar temprano que llegar justo rayando la hora.

Cuando llego a su destino respiro hondo, debía apresurarse a meter la gran mochila a su casillero. Quería evitar nuevamente los comentarios sarcásticos por parte de Elizabeth al verla cargarla otra vez.

Estar ContigoWhere stories live. Discover now