XXIV

1.3K 60 3
                                    

Cuando lo vi allí apoyado parecía que el mundo se acaba de parar. Contuve la respiración. ¿Por qué estaba aquí? Es cierto que David me tenía completamente loca, que cada vez que le veía mi corazón iba a mil y que no podía evitar sonreír como una idiota cada vez que teníamos clase, pero hoy no quería verle. Nuestras experiencias en discotecas no es que sean de lo más... normales. Siempre acabábamos liados en su casa, aunque él tuviera novia. Y en esta ocasión yo tenía un novio-no-novio que, aunque me gustaría, no me hacía sentir ni la mitad de lo que conseguía David. 

- Nena, ¿qué te pasa? Parece que has visto un fantasma. Ven aquí anda, báilame un poquito. 

Mire a Alejandro y le sonreí forzadamente. A veces me hacía sentir un trozo de carne. 

Me acerqué a él e intenté olvidarme de que David estaba allí. Todos bailábamos en grupo. Mis amigas no tenían intención de ligar esta noche porque, según ellas, era MI noche, y no podían buscarse otra compañía que no fuera la mía. La verdad es que las quería a rabiar. 

Por cierto, ¿os acordáis de que Alejandro no iba a beber? Pues está borracho como una cuba. Y la verdad es que empezaba a ponerse demasiado pesado. Estaba empezando a montar una escena porno en mitad de la discoteca, y ¿sabéis quién era la protagonista de esa escena? YO. 

- Alejandro, coño para, que no estamos solos. 

- Venga nena, vámonos al coche o al baño o a donde tú quieras.

- Yo quiero estar aquí con mis amigas. 

- No seas tonta anda nena, si en verdad te encanta. 

- Mira de verdad Alejandro, que eres un puto pesado, déjame en paz. 

- ¡No me hables así! - y me agarró de la mano tirando de mi. Las chicas no se estaban dando cuenta de la situación, estaban bailando y con la música no se escuchaba nada. 

Alejandro no paraba de empujarme y de intentar llevarme hacia la puerta cuando de repente, apareció. 

Mi profesor de francés.Where stories live. Discover now