XXV

1.3K 60 2
                                    

- ¡Eh, tú! ¿No ves que no quiere ir contigo?

David se puso delante de Alejandro. La verdad es que Alejandro a su lado parecía pequeño. No solo por la evidente diferencia de edad, si no porque le sacaba medio cuerpo. ¿Había estado David yendo al gimnasio?

- Creo que TÚ no eres nadie para decirme si mi chica quiere o no quiere venir conmigo. Además, es evidente que quiere, ¿verdad Sofía? 

David me miró intensamente. 

- No, Alejandro. No me apetece ir contigo, ya te lo he dicho. Será mejor que te vayas a casa o que yo me vaya. Esto se acabó. 

- ¿Qué se acabó? Anda ya nena, que sabes que te toco y se te quita ese enfado tonto que tienes ahora mismo. Vámonos. 

Creo que eso no le sentó demasiado bien a David, porque cuando quise darme cuenta le estaba dando un puñetazo en la cara a Alejandro y los gorilas de la discoteca los sacaban a los dos en volandas. 

Mis amigas vieron lo que pasó y vinieron corriendo hacia mi. 

- Tía, ¿qué cojones ha pasado?

Les expliqué de forma breve lo ocurrido y decidimos que ya era hora de terminar mi súper noche de cumpleaños. Cuando salimos, Alejandro y sus amigos se habían ido y en un escalón estaba sentado David con las manos sobre la cabeza. Mis amigas decidieron que me dejaban en buenas manos y se fueron, no sin antes pedirme que cuando llegara a casa les mandara un WhatsApp. 

Me acerqué a David y me senté a su lado. No dijimos nada durante unos...¿segundos, minutos? ni tampoco nos miramos. 

De pronto David levantó la cabeza y me miró directamente a los ojos. 

- Sofi... yo te quiero, no soporto que estés con otro tío y escuchar las barbaridades que ha dicho ese animal delante de mi. Por favor, vamos a intentarlo, si de verdad no sale bien lo dejamos y cada uno hace su vida de nuevo, pero por favor, quiero estar contigo... Desde que te conocí no he podido sacarte de mi mente. Siempre estás ahí... por favor...

- David, yo es que, esto no sé si saldrá bien... debo de pensarlo y...

...Y me besó. Pero no fue un beso como los que me daba antes o me había dado Alejandro apenas unas horas. Fue un beso de esos que te cortan la respiración, que te hacen sentir cosquillas en el estómago y que hace que cierres los ojos, y sobre todo, que deseas que no se acabe nunca. 

Mi profesor de francés.Where stories live. Discover now