Prólogo

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Nubes grises iluminadas detrás de cada relámpago. No estaba pronosticado lluvia para esa fría mañana, pero hasta el cielo se había roto en lágrimas ese día. Los paraguas negros comenzaron a abrirse unos tras otros mientras el cementerio empezaba a descomprimirse de gente en silencio, sin antes darle el pésame a Nakahara, su única familia en éste maldito mundo.

Su silencio y el de su compañero al otro lado de la lápida eran desgarradores. Quedaron solos bajo aquel manto de agua. Se quedaron con ella.

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— Dazai-san ¿Puedo hacerle una pregunta?

El castaño la miró con efecto cansino. El movimiento sobre las hamacas no les privaba la visualización de sus expresiones en lo absoluto, pero ella lo había ignorado por completo.

— Deja de llamarme así, no me gusta que tu lo hagas. —giró su rostro hacia los árboles frente a él sin dejar de balancearse— ¿Qué deseas saber?

— ¿En algún momento piensas en dejar la Port mafia?

Las hamacas dejaron de rechinar. Sólo el sonido del viento haciendo cantar las hojas secas del otoño vibrantes a sus oídos.

Ésta vez Dazai optó por mirar el cielo en pleno ocaso, anaranjado como el dulce color de sus cabellos. Quería responderle con total sinceridad pero ¿Cómo hacerlo cuando ni tu mismo eres capaz de tener una respuesta clara?

— No te das una idea de lo que sufro cada vez que están haciendo un trabajo o no sé nada de ustedes porque suelen desaparecer por días, sin decir nada...

El tono de su voz enseñaba preocupación y mucho dolor al igual que la expresión que tenía impregnada en su cara en ese momento. Realmente esperaba que él entendiera como se sentía y recapacitara en abandonar aquel infierno junto a Chuuya y que se queden a su lado para siempre, sin más miedos.

Su celular cortó el momento, Dazai lo llevó a su oreja derecha y sin decir más que un "Voy de inmediato" colgó la llamada.

Se puso de pie y dio un par de pasos al susurro de un leve "Lo siento", uno que ella no fue capaz de oír.

— Dazai-san... —le llamó y éste se detuvo sin mirar atrás— Cuida de mi hermano, por favor. Y regresen ambos bien. ¿Puedes prometermelo?

Luego de unos eternos microsegundos, obedeció. Decoró una preciosa sonrisa en su rostro, logrando así transmitirle una paz tan peculiar.

— Por supuesto, lo haré. Tu hermano y yo somos muy fuertes, no deberías subestimarnos así.

Le regañó y ella sonrió de lado.

— Lo siento.

No, no era eso lo que ella realmente quería decirle en ese momento. Ni en ese, ni en todos los momentos en los que Dazai prometía regresar sano y salvo junto a Chuuya y se marchaba sin antes regalarle aquella dulce sonrisa.

« Besame. »

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Amanecía en la ciudad de Yokohama. El graznido de los cuervos solía ser el despertador de muchos japoneses, mientras que a otros les decía que ya era hora de irse a dormir. Últimamente, para Dazai y Chuuya era como éste último.

— Espero que a Angel le gusten los sabores de helado que le compré.

Ronroneó ansioso el castaño mientras saboreaba una paleta de frutilla. Nakahara quiso golpearlo.

Angel | Bungo Stray DogsWhere stories live. Discover now