"Flores bajo la cama"

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Sherlock Holmes lo sabía. Miraba por la ventana del departamento hacia la calle, la ciudad de Londres se veía gris por las enormes nubes amenazando con llover que se extendían por todo el cielo. El detective consultor lo sabía, su interés hacia John Watson se estaba convirtiendo en un problema. Miró la flor en su mano, frunció sus aguileños ojos, tosió otra vez y pétalos blancos salieron de su boca. Eran claveles blancos. Su significado dependía del contexto en el cual se entregaban, iba desde perder a un ser querido hasta la juventud eterna, el significado de estas flores era muy versátil.

Sherlock ni siquiera buscó en su palacio mental, sabía a qué se debían todos los síntomas que padecía, fiebre, dolores de cabeza, dolor al hablar y respirar, se debían al desorden que estaba empezando a adoptar. Hanahaki. Hasta ahora había pensado que solo era un mito, pero en carne propia comprobaba que era cierto, muy cierto. Tosió otra vez y de su cavidad bucal caían más pétalos blancos. Se apartó de la ventana agradeciendo que John no estuviera ahí para mirar su vergonzosa condición.

El castaño se posicionó en su sofá favorito y pensó. Analizó todas sus opciones, solo habían dos que eran más probables que funcionen, morir o dejar de tener sentimientos por John Watson. Ya que solo vomitaba algunos pétalos, dedujo que sus emociones estaban empezando y no eran muy fuertes. Nunca había leído que alguien se curase de este desorden mediante la eliminación de sus sentimientos, pero tampoco se negaba que esto podría no ser posible.

Estaba decidido, aventó el pequeño clavel a la chimenea y tomó su violín para luego afinarlo. Tendría que eliminar sus sentimientos a toda costa. Sin importar que o quien jamás admitiría que se sentía atraído hacia John H. Watson. Después de repetir esto varias veces en su mente, tiró al fuego los pocos pétalos que habían salido de su boca, y entonces empezó a tocar desenfrenadamente el violín.



Los años pasaron, y Sherlock seguía ese plan, pensó que moriría cuando John se casó con Mary aquel otoño, ya que no dejaba de toser esos pétalos y hasta empezó a vomitar claveles completos. Pero todo aquello había pasado, ahora Sherlock podía asegurar que tenía completo control de sus emociones, sabia cuando suprimirlas, fue difícil pero con el tiempo había dominado este arte.

Se encontraba desayunando con Rosie, la hija de John en la mesa, ella movía felizmente los pies que no alcanzaban el suelo mientras degustaba su pan tostado con mermelada de fresa. El castaño leía el periódico más por costumbre que por encontrar algo de su interés. John salió apresurado del baño mientras de acomodaba el cabello algo plateado. Besó la coronilla de Rosie como acostumbraba.

—Sherlock, hoy habrá reunión de padres en la escuela de Rosie, realmente no podré ir, así que después de pensarlo seriamente, —Hizo una pausa y suspiró— y debo aclarar, muy seriamente, quisiera que fueras en mi lugar, como un favor. —

— ¿Reunión? ¿Qué tanto se puede hablar de una clase de niños de 5 años? Además. ¿Te has vuelto loco? Tendré que soportar a madres entrometidas y tontas con las cuales no me quiero cruzar. — Respondió el hombre de cabello rizado y dio vuelta a la página.

—Realmente creo que he enloquecido por pedírtelo a ti, pero la Sra. Hudson no podrá porque tiene que ir al médico. — Comentó John mientras servía café en una taza.

— ¿Y Molly?—

—Está en la casa de sus padres. Por favor Sherlock. —Rogó el rubio cansado. Sirviendo otra taza de café.

—Bien, lo pensaré hasta las doce entonces. —Dobló su periódico cuando John le entregó una de las tazas que tenía en sus manos.

—Sherlock, la reunión es a las doce de la tarde. — Le espetó y le dio un largo sorbo a su taza. El detective consultor le dio una mirada suspicaz.

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⏰ Last updated: Feb 23, 2019 ⏰

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Flores bajo la cama (Johnlock One-Shot)Where stories live. Discover now