Su sexualidad, y Freddie.

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John se sacó inmediatamente esa idea de la cabeza, no podía ser. Él era hetero, le gustaban las mujeres, no los hombres. Simplemente le parecía atractivo Freddie, eso no quiere decir que sienta algo más que amistad por él.

—¿Tengo monos en la cara?— preguntó Freddie sarcástico, intentando que ese momento incómodo pasase.

—No, no, lo siento, no quería incomodarte— dijo John, mirando hacia otro lado.

—¡No! ¡Tranqui! Estoy bien— dijo Freddie, esbozando una sonrisa.

John se derritió, le encantaba la sonrisa de Freddie. Era como la de un ángel, le estaba volviendo loco.

Aghh, ¡¿pero que estaba diciendo? ¡No le gustaba Freddie! ¡No podía seguir pensando así!

—A-ah, menos mal— dijo el menor, bastante cabizbajo.

Freddie pensó que seguramente John seguiría incómodo por todo lo sucedido, pero no quería eso. No podía perder su amistad con él, era esencial tener su confianza, y más queriendo ser su pareja.

—Oye, John, ¿que te parece si pasemos, y nos conocemos un poco mejor?—dijo Freddie, rompiendo el incómodo silencio que se había instalado.

—Eh, ¡claro! ¡Claro que sí!—dijo el menor, esbozando una gran sonrisa, la cual intento disimular de inmediato.

Freddie sonrió internamente. Ese paseo era una oportunidad de oro para él. Podrían hablar, conocerse más, cojer confianza entre los dos. Todo estaba yendo sobre ruedas.

Ambos se levantaron y empezaron a caminar, dando varias vueltas por el barrio de Freddie.

De nuevo, un silencio incómodo se instaló. Freddie intentaba hablar. John también, pero ninguno lograba decir nada.

De todas maneras, el viento soplaba, y mientras más oscura se hacía la noche, más incómodo se hacía ese momento.

Y John seguía dándole vueltas a todo lo sucedido. ¿Y si era verdad que era gay, y sentía algo por Freddie? Era imposible, nunca antes había tenido esa duda con ningún amigo, pero era diferente. Freddie le hacía sentir cosas que nunca nadie le había hecho sentir.

Ni siquiera una chica.

No podía seguir así, tenía que irse de allí y pensar las cosas tranquilo, en su casa, bajo las sábanas de su cama. No al aire libre, muriéndose de frío, y teniendo al lado la persona en la que estaba pensando en ese momento.

Que difícil era todo. John no estaba acostumbrado a esto. Ni siquiera le había interesado nunca tener pareja.

Y a Freddie solo lo conocía de pocos días, era casi surrealista que un chico prácticamente desconocido ya le estuviera haciendo replantearse su sexualidad.

—John— dijo Freddie por sorpresa, sacando a John de sus pensamientos— ¿Te apetece hacer algo más? Si no quieres, te puedo llevar a casa.

—Si, la verdad que te agradecería que me llevases— dijo John, aliviado por poder irse de allí.

—¡Claro! ¿Por dónde vives, querido?

John le dio la dirección, algo que a Freddie me encantó, por qué así podría visitar a su amado cuando quisiera, y pusieron rumbo a su casa.

En este trayecto tampoco hablaron, pero no fue tan incómodo. Los dos ya se habían adaptado a estar así.

Después de varios minutos llegaron, se despidieron con un simple adiós, acompañado de una sonrisa, y Freddie fue directo a un bar. A esas horas solía hacer eso, era lo que le despejaba y le ayudaba a pensar y componer.

Love of my life- DeacuryWhere stories live. Discover now