𝒫𝓁𝓊𝓂𝒶 24 🌙

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DEREK


-Hola Bitia.

-Hola Derek.

Tan solo escuchar su dulce voz me hizo olvidar por un momento todo lo cansado que estaba, ella se veía incluso más hermosa que la última vez que la vi, aquel día en donde le dije que la amaba, aquel día en donde preferí a Alessandra antes que a ella, antes que a mi propio corazón.

- ¿Cómo has estado? -Fue lo mejor que se me pudo ocurrir decirle.

-Mucho mejor que tú. -Auch, que ella fuera cortante y fría conmigo me dolía y vaya que lo hacía.

-Me alegro. -Le dije para después fijar mi vista en Desmon y Libi, no sin antes mirar a mi hermosa pelinegra por una última vez por el rabillo de mi ojo.

-Hemos venido a ayudar, necesitarás a más guerreros por si vuelvan a atacar esos malditos vampiros.

-Gracias, Desmon.

-Vaya, esto es realmente grave.

- ¿Por qué lo dices? -Me escuchaba realmente cansado, y sí que lo estaba, desde el ataque he estado cuidando de Alessandra, día y noche, me salvó la vida, es lo menos que puedo hacer por ella.

-Lo digo porque si no fuera así no aceptarías mi ayuda ni loco.

Desmon tenía razón, nunca me ha gustado aceptar la ayuda de los demás.

-Siempre hay una primera vez.



∞BITIA∞

Después de que Derek nos recibiera en su castillo nos dio habitaciones a cada quien, Desmon había dicho que estaríamos aquí hasta que la situación de los ataques disminuyera.

La habitación que Derek me había dado era muy grande, incluso aún más grande que la que tenía en casa de Desmon, esta se encontraba muy bien amueblada, tenía una enorme cama, unos sillones rojos frente a esta, el rascacielos era alto y en el se encontraba una hermosa pintura de ángeles volando en el cielo, cosa que me llamó mucho la atención, y ahora que lo pienso, todo en este castillo e incluso en la manada hace honor a nosotros los ángeles, como una especie de adoración, pero es raro, porque se supone que los licántropos adoran a la Diosa Luna, no a nosotros.

No me quedaría con preguntas sin respuesta, así que había decidido salir a explorar un poco el lugar, pero antes me daría un baño, tome de mi maleta una blusa blanca que mostraba un poco mis hombros, unos jeans algo ajustados de color negro y mi ropa interior.
Tardé un poco en descifrar donde se encontraba el baño y que esta habitación era enorme, pero cuando al fin lo hice pude tomar mi baño tranquilamente.

Había dejado mi cabello suelto para que se pudiera secar mientras exploraba un poco, me encontraba al fin lista, no quería que nadie se enterara de que había salido a dar un paseo, por lo que opte por utilizar mis poderes y transportarme fuera del castillo. Una vez que me encontraba fuera pude sentir como algo me llamaba, no sabía que era, pero vaya que quería averiguarlo.

Comencé a caminar y entre más avanzaba más me sorprendía lo grande que era este lugar, era verdaderamente enorme, y eso no era todo ya que si mirabas con atención te podías dar cuenta de había bloques enormes de piedra, me atrevía a decir que eran ruinas de lo que fue alguna vez esta manada, estas se encontraban rodeando todo el castillo, e incluso había otras que se encontraban entre las casas de la manada, pero todas estas estaban cubiertas por hojas, era casi como si la naturaleza hubiese reclamado lo que alguna vez fue suyo.

Seguí caminando hasta que me interné más en el bosque dejando atrás aquel hermoso castillo, mientras más avanzaba sentía que ese algo más me llamaba. Era de tarde, por lo que la manera en la que los rayos del sol se metían entre cada hoja y cada rincón del bosque me resultaba realmente hermoso. Poco a poco pude ver entre los árboles una vieja construcción, era una clase de santuario, aceleré el paso, sentía que no avanzaba nada, así que opté por comenzar a correr.

El santuario por fuera se veía en ruinas, frente a la entrada se encontraban unos enormes pilares que alguna vez fueron de un hermoso tono blanco y que ahora no eran más que solo enorme y altas rocas repletas de hojas. Esa energía que me atraía desde que había llegado a esta manada se intensificó aún más con cada paso que daba, y entonces, cuando me di cuenta, ya estaba adentro del lugar, creí que estaría oscuro pero me lleve una gran sorpresa cuando entré y vi cómo todo se encontraba bien iluminado, cuando entre lo primero con lo que me tope fue una enorme estatua de lo que parecía ser un ángel, aquella estatua se encontraba en perfecto estado, como si el tiempo no hubiese hecho de las suyas en ella, el ángel de piedra se encontraba con la cabeza inclinada hacia arriba, este se encontraba de pie, llevaba una clase de túnica puesta, una de sus manos estaba extendida, como si tratara de alcanzar algo, y fue cuando la vi, una enorme y hermosa pluma de ángel dorada flotando tranquilamente sobre la mano de aquel ángel de piedra, era simplemente hermosa.

Estaba admirando toda la belleza que emanaba de este lugar cuando de repente escuche unos pasos acercarse, rápidamente oculte mi olor en caso de que se tratase de un licántropo, y con un simple movimiento de manos me volví invisible.

Las pisadas más y más fuertes se escuchaban, pero, ¿quién vendría a este lugar?

Cuando él entró lo supe, lo vi caminar a paso firme, su cabello negro seguía igual de despeinado, sus ojos azules miraban aquella estatua, como si en su mente estuviese hablando con ella, realmente me sorprendía que Derek estuviera aquí.

Y luego pasó algo que me partió el corazón, Derek se dejó caer de rodillas al suelo, y comenzó a llorar. No entendía el porqué de que él se pusiera así, fue entonces cuando una gran pena, angustia y dolor se apoderó de todo mi cuerpo, estaba sintiendo su dolor, sus cristalinas lágrimas comenzaron a caer lentamente por sus mejillas hasta después tocar el suelo de qué lugar, Derek apretaba sus puños fuertemente, sus nudillos estaban totalmente blancos, temía que él se lastimara.

¿Qué te pasa?

Aquella pregunta que anhelaba hacerle, quería deshacer mi hechizo e ir a consolarlo, pero no podía, él aún cree que soy una mortal, no debo dejar que él se entere de mi verdadera naturaleza.

No ahora, no hoy.

Derek se veía tan frágil, tan vulnerable estando así, en estos momento él no parecía ser aquel imponente alfa que siempre solía ser.

Miles de posibilidades, de razones para que él estuviese así pasaban por mi cabeza.

¡Demonios!

Quería correr a sus brazos y decirle que yo siempre estaría ahí para él, pero no, no podía hacer eso. No lo pensé más e hice lo mejor que podía hacer para los dos, me transporté a mi habitación, dejando atrás a un Derek, destrozado, sufriendo.

Creí que aquel dolor que me había provocado verlo así desaparecería una vez que lo tuviera lejos, pero me equivoque, ese dolor tan grande seguía ahí, en mi corazón, recordando me una y otra vez que él y yo nunca estaríamos juntos.

Que nuestro amor era imposible.

Aquella noche volví a llorar.

Lloré y lloré.

Lloré hasta quedarme dormida soñando una vida a su lado, una vida que no sería posible.

Ángeles Luna IWhere stories live. Discover now