Un día antes de la tragedia.

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Resultó algo inesperado para alguien acostumbrado a los regaños matutinos del presidente, no encontrarlo a la entrada del colegio para intentar confiscarle algo. En ese momento Alfred solo pudo pensar que quizás lo vería más tarde.

Sin embargo, los días continuaron consumiéndose como la cera y no podía llegar a hablar con Arthur. Las horas de clases pasaban, y las tardes se consumían en pensamientos. Cuando Alfred se quiso dar cuenta, estaba a un día de irse a Estados Unidos y no podía encontrar a Arthur. 

Tampoco es como si pudiese hacer mucho realmente, no era tan cercano al británico como desease, y eso solo lograba aumentar la frustración y la tristeza que lo inundaba cada vez que perdía un día más.

Era ya un viernes por la mañana clara, al día siguiente tomaría el vuelo a Estados Unidos. Lo asustaba darse cuenta que ya iba acostumbrándose a la idea que nunca podría decirle a Arthur. Iba distraído al colegio pensando en esas cosas cuando una mano lo rodeó y lo arrastró en contra de su voluntad a un callejón a pasos del colegio. Había escuchado sobre secuestros pero nunca creyó que le pasaría a él.La mirada celeste intentó enfocar al ladrón, pero no halló a ningún criminal.

— Con que aquí estás, maldito yanki.—  unas altas llamas centellaban en los ojos del hermano de Arthur. Él mismo pelirojo que lo reconocía del otro día.— El causante de todos nuestros males.

— Nunca creí que fueras esa clase de persona, tío.— negó con la cabeza Paul, el bajista de la banda de Arthur.

— Mira que yo esperaba más de ti, Al.— admitió Francis con una sonrisa que no se podría describir como simpática.

— ¡Eso no hacen los amigos!— bufó el hindú ceñudo.

Alfred parecía ser único incapaz de seguir el hilo de aquella estrambótica situación.— ¿De qué están hablando?

— ¡Y encima te haces el desentendido!— el de cabello rojizo estalló y sostuvo el cuello de su suéter escolar como si estuviera a punto de golpearlo. Alfred instintivamente se encogió queriendo evitar el golpe.— ¿acaso es una coincidencia que después de verlo Arthur haya actuado así?

— ¡No entiendo! ¡No lo he visto tampoco!

— ¡Cómo lo vas a ver, si ni siquiera viene a la casa! — rugió soltándolo como si se tratara de un muñeco.

— Ni a ningún ensayo..

— Ni al club de lectura.

— Ni al pub que solíamos...— Francis se fue deteniendo conforme Scott iba girando la cabeza a verlo. La sonrisa se congeló en sus labios.— ,que yo solía, insistir que vayamos, pero nunca quería Arthur, es decir, él nunca ha tomado ya sabes.

— Claro que no. Es menor de edad.— frunció el ceño el hermano mayor.

— Exactamente, eso,justamente, iba a decir.— asintió con aires indignados pasando el cabello rubio hacia atrás.

Alfred en ese momento ya iba alejándose con pasos suaves; cuando el hermano mayor de Arthur, el más agresivo de todos al parecer, lo tomó de la mochila y lo regresó a su sitio. — ¿Por qué simplemente no le pateamos el trasero y lo dejamos en un basurero de Londres?

— Porque...eso no sería muy maduro de tu parte.— Alfred habló con una de esas sonrisas que intentaban ser convincente.

El rostro se tornó del color de su cabello y esta vez creyó de verdad que se había buscado un puñete entre los ojos, pero entonces otra voz apareció.— ¿Alfred? ¿Qué están haciendo?

Divisó a Matthew y se alegró de encontrar a su pacífico y blando primo aparecer por la entrada del callejón en el que casi se produce su asesinato. Scott levantó la cabeza con aires desinteresados.— ¿Quién eres?

Soy El Héroe Que No Necesitas (UsUk)Where stories live. Discover now