4: I Know It's Over

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Castiel.

Papá llegó a casa furioso ese día, y lo primero que hice fue ponerme en su camino para recibir el golpe.

Si yo aparecía primero, sería yo el golpeado. Eso era lo que quería, que concentrara toda su ira en mí para que cuando Kentin llegara no se fijara en él.

Sabía que a Kentin eso le daba lo mismo, que no le importaba si me golpeaban a mí porque me odiaba, pero no me interesaba. De alguna triste forma, sabía que Kentin era el único que tenía un poco de esperanza dentro de la familia: sus notas eran buenas, tenía un comportamiento destacable y no estaba metido ni en drogas ni en el alcohol como yo. Sus posibilidades de ir a la universidad eran altas, así que no quería que nuestros padres lo arruinaran.

Además, si lograba sacarlo de aquí... si él se iba, ya no tendría que quedarme en esta casa de mierda.

Con Kentin fuera, yo también sería libre. Podía mantenerme a flote viviendo en ese viejo remolque, haciendo mi música dos veces por la noche en el bar de Lysandro y sacando dinero de los intercambios de drogas en los que participaba.

Mi papá me golpeó en el estómago en tanto mamá se fumaba un pito de marihuana, ignorando mi jadeo de dolor.

En ese momento, sentí la puerta de la casa abrirse.

Kentin de seguro regresó luego del colegio.

Entró al comedor, viendo la escena con sorpresa.

Papá lo miró y dio un paso hacia él.

—¡Vete a tu habitación! —ladré antes de agarrar el pie de papá para que tropezara.

Por supuesto, cayó al suelo, y mamá comenzó a reírse de forma desquiciada. Al mirar hacia el pasillo, Kentin ya no estaba, e incluso escuché el portazo de su cuarto.

Papá se giró mientras mamá seguía riéndose, furioso, y su puño volvió a levantarse.

Pero Kentin estaba a salvo, y eso era lo único que importaba.

[...]

Solté un gemido bajo cuando Kentin me ayudó a quitarme la camiseta, observando el enorme moretón que tenía a un lado. No dijo nada, sólo puso la bolsa con hielo encima, ignorando mi queja suave.

Kentin decía odiarme la mitad del tiempo. ¿La verdad? Sólo me odiaba un cuarto del tiempo.

Sabía muy bien el por qué.

Kentin no podía odiarme por completo porque éramos hermanos, crecimos juntos, él sabía que yo lo protegía y en el fondo me lo agradecía aunque nunca lo dijera con palabras. Estaba al tanto de eso cuando, luego de una paliza, se colaba a mi habitación en silencio para tratar de curarme lo más que pudiera.

Puso un poco de alcohol en el rasmillón de mi mejilla e hice una mueca de dolor.

—No es necesario que me protejas —dijo monótonamente.

Sonreí burlón.

—No vamos a tener esta conversación —le dije en voz baja—. Además, ya voy saliendo. Debo pasar a buscar a Debrah.

Vi cómo apretaba sus labios en una mueca fina, molesto.

—Quiero ir con–

—No —mi voz no admitía réplica alguna—. No te vas a meter en mi mundo.

—No lo hago por ti.

—Debrah es mi puta, entiéndelo de una vez.

Una pequeña mentira. Llevaba sin acostarme con Debrah varios meses, específicamente, desde que follé a Nathaniel por primera vez.

Born To Die || Casthaniel. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora