C A P Í T U L O 1 8 (Parte II)

815 89 44
                                    

CAPÍTULO 18

Parte II

Entonces sucedió.

Las palabras de Rayan avivaron esa chispa electrizante en mi interior, brindándome una reconfortante sensación de confianza y plenitud. Como si hubiésemos cruzado la barrera que nos reprimía y no quedase nada más que nuestros sentimientos al desnudo. Nuestros pasados desalentadores habían terminado por dejarnos encajar; como un hecho predestinado a suceder. Podía ver sus ojos y jurar que compartíamos el mismo brillo en ese instante.

De libertad, de dicha, de amor.

Así que, siendo envueltos por el haz de luz que ascendía a través de las ventanas, me sinceré ante él. Sin pudor, sin tapujos, sin ninguna señal de duda.

—No es solo lo que te he dicho, Rayan —comencé—. Mi cicatriz, mi padre, mi primo... la historia es muchísimo más larga. Quiero que la sepas —añadí, con seguridad.

—Elle —me miró, sin saber qué responder.

—Porque me has dicho que me amas —continué, silenciándolo. Llevé mis manos a su rostro y conecté nuestras miradas—. El amor es algo en lo que nadie me enseñó a creer, es algo que yo nunca sentí plenamente, es aquello que destruyó mi familia y lo que me prometí bloquear, porque todas las personas que conozco solo han lastimado a causa de ello.

»No te he respondido, pero te quiero, Rayan. No sé si eso tenga el mismo peso sentimental; sin embargo, es verdad. Ahora puedo ver un futuro entre nosotros, pero no estará completo hasta que cerremos el pasado... y el mío sigue sin sellarse. Si tú eras un rompecabezas incompleto yo soy un objeto roto y usado que apenas está aprendiendo a pegar.

Acarició mi mejilla con dulzura.

—Te amaré sin importar lo rota que estés, Elle. Siempre podemos reconstruirnos juntos.

Asentí, buscando ordenar la historia en mi cabeza. Opté por contarla desde el momento en que dejé de sentirme bien en mi propio hogar, con mis hermanos, con mis padres, conmigo misma.

Inhalé para centrarme e iniciar mi relato...

... entonces mi móvil evitó que mi fortuito acto de valentía se consumase.

Era un mensaje de Nathaniel.

«Te necesito».

Mi corazón se saltó un latido. Miles de pensamientos rondaron mi cabeza en una milésima de segundo y me paralicé durante unos momentos.

»¿Qué ocurre? —cuestionó Rayan, devolviéndome de golpe a la escena.

No podía ser...

—Tendremos que hablar luego —puntualicé, buscando mostrar toda la estabilidad que me fuera posible—. ¿Te parece si te llamo? —mi voz se debilitó un poco en la última palabra, de repente estaba nerviosa. Solo pensar en que algo le había pasado a Nath me descolocaba.

Su rostro se contrajo en una expresión que no pude descifrar, pero sonrió para restarle importancia a lo inconcluso de la situación. Había cierto temor en mi forma de mirarle; miedo a que el paso que habíamos dado terminara por ser en vano. Estaba asustada de todas las cosas que me urgía decirle y de lo que podría pasar si no lo hacía...

—De acuerdo pero, ¿está todo bien?

Una mueca ocupó mis labios.

—Eso espero.

***

Una abrumadora oscuridad es lo que me recibe al acceder al apartamento de Nathaniel.

Siénteme [CDMU, Rayan]. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora