Capítulo 52 ♡

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Los minutos van pasando, las horas corren, y lo hacen a un ritmo increíble cuando los momentos son buenos. Los días avanzan, también lo hacen con rapidez, y no llega a ser suficiente al final del día, y te das cuenta de que necesitas más tiempo, y más minutos, porque no has alcanzado a apreciar cada detalle del rostro del chico que te tiene enamorada. Aunque te conoces hasta cada mínima perfecta imperfección, aun así no alcanza. Quieres disfrutar de él, y que cada instante dure lo que duraría una nave de la nasa en llegar a marte. Quieres que el tiempo deje de correr cuando los ojos celestes de él se posan en los tuyos. Los ojos más hermosos que jamás alguien pueda ver. Lo son los de él, son sus ojos...

Pasan meses, y lo amas más, lo amo más, y me enamoro más a cada segundo que permanecemos juntos. Todo es perfecto... y doloroso al mismo tiempo.

-¿Qué sucede?- Adrien toma mi mano y tira de mí llevándome a la comodidad de su pecho.

Huelo la fragancia que desprende, ese perfume tan característico en él, el cual se ha convertido en mi aroma favorito.

-Sólo pensaba- murmuro volviendo mi vista al lago que tenemos en frente.

Sus manos de dedos largos y finos refriegan mis hombros, entierro mi cara en su pecho y cierro los ojos.

-Estas más delgada- percibe.

Doy un respingo y me aparto.
Estoy por argumentar en contra de eso, pero habla antes.

-Toco tus hombros y siento tus huesos. La otra noche, cuando te cargué en brazos hasta el dormitorio te he sentido más liviana, ¿Está todo bien contigo Liz?

Noto su semblante serio y me muerdo el labio inferior, desvío la mirada. Claro que todo está bien, mis únicos problemas son la sobreprotección de mi madre y las fiestas nocturnas de Adrien a las cuales no ha logrado renunciar, y no siempre puedo ir con él. No siempre puedo escaparme y seguirle el ritmo de vida que él goza. Por más que lo intente no es ese ambiente el que me gusta, o el que prefiero.

-¿Qué es lo que te preocupa?

-No lo sé- Encojo los hombros, y vacilo-. Quizá la graduación.

Mentira. La graduación no me preocupa en ningún sentido. Anhelo ese día y anhelo poder decir pronto que soy una universitaria.

Adrien arquea una ceja, y se cruza de brazos.

-Así que la graduación.

No se lo traga. Lo sé.

-Sí ¿Qué tiene de malo con ello? ¿Acaso tú no tienes nervios?

-La graduación me importa un cuerno. Sabes que si no fuera por ti habría quedado exento de faltas.

Pongo los ojos en blanco.

-Da igual, aun así ¿No sientes ni una pizca de emoción?

Pretendo alejar el tema de mí, aunque realmente me sorprende su falta de entusiasmo en lo que concierne al día de graduación.

Se ríe, y vuelve a acercarse a mí. Acomoda mi cabello dejándolo caer tras mi espalda.

-Lo único que quiero es que llegue ese día para poder verte con un hermoso y sensual vestido. Créeme bonita, que esa noche no vas a librarte del sexo de graduación.

Abro los ojos y las mejillas se me encienden.

Adrien siempre dice cosas así, y a estas alturas debería haberme acostumbrado y ser menos tímida. Pero por el contrario sus palabras, siguen acelerando mi corazón, subiendo mi temperatura y dejándome muda.

Ladeo la cabeza y esbozo una ligera sonrisa, me vuelvo hacia el Ferrari y emprendo mi camino.

-Se ha nublado, debemos volver-digo, mirándole por sobre mi hombro.

Mirarte Dolía |CompletaWhere stories live. Discover now