Capítulo VII

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La ceremonia de matrimonio tendría lugar ese mismo día, desde que se declaró al clan Lennox como vencedor del festival de clanes y proclamó su petición de premio habían pasado solamente dos días, contando obviamente con el permiso del Laird Stuart la ceremonia se celebraría en sus tierras, por lo cual, ningún clan había abandonado el castillo, aguardando por la ceremonia.

Kenna no había querido salir para nada de la habitación en la que se alojaba mientras seguía en el castillo Stuart, sus hermanos y sus padres habían acudido en más de una ocasión a comprobrar como se encontraba, pues no abandonaba su habitación ni en las cenas o comidas.

Kenna no podía evitar maldecir su mala suerte, lo que en un principio se convirtió en una aventura lejos de su hogar se había convertido en un mal sueño, el amor de su vida comprometido con otra y ella apunto de ser obligada a casarse con un hombre del que no sabía siquiera ni su nombre, ya no le quedaban lágrimas que derramar, en unas pocas horas ya estaría casada, pero no pensaba dejarse vencer por la tristeza. Tenía un plan, un plan que mantendría a su futuro marido lo más alejado de ella que fuera posible. Nadie soportaba a las mujeres que eran superficiales, delicadas e insufribles, solo tendría que actuar un poco, cómo se iba a divertir a costa de su marido, le pensaba enseñar la lección de su vida, solo esperaba no tener que levantar su espada para defenderse, esa era una preocupación que también acompañaba su mente los últimos días, ¿y si su marido pensaba abusar de ella?¿Y si le levantaba la mano? Acabaría con su vida, aunque a continuación ella acabase condenada a muerte también.

Mientras su mente seguía divagando acerca de su inminente futuro, las doncellas de lady Eleonora entraron a su habitación para ayudarla a prepararse para la ceremonia, incluso la misma Eleonora y su futura nuera se encontraban allí para ayudarla, puesto que eran las anfitrionas y que Kenna no tenía familiares del género femenino que la pudiesen acompañar en un día tan feliz para cualquier mujer.

Todo ocurría tan rápido, que Kenna se sentía como en una especie de ensoñación, las criadas procedieron a retirarle en vestido con el que estaba para proceder a bañarla y perfumar su piel con alguna esencia que no lograba reconocer, después de secarla le pusieron el que seria su camisón nupcial antes de proceder a ponerle el vestido de novia que habían podido conseguir en tan poco tiempo, el cual al ser blanco hacía mucho contraste con su piel oscura y su negro cabello.

El corsé del vestido se abotonada con diminutos botones por la parte delantera, las mangas se ajustaban perfectamente a su figura, parecía que ese vestido había sido diseñado para ella, a pesar de saber que era un vestido antiguo que llevaría décadas guardado en algún rincón del castillo, según le dijo Eleonora había pertenecido a la abuela de su marido. Para ella solo era otro paso para sellar su condena. Una vez que tuvo el vestido puesto decidió que llevaría el cabello suelto, pues llevaría velo cubriendo su rostro, como era costumbre en las tierras de su difunta madre, era como un homenaje hacia ella, además así nadie podría ver si alguna lágrima escapaba de sus ojos.

Tras haber finalizado su función, todas las mujeres la dejaron sola, a la espera de que su padre acudiera a buscarla para acampañarla hasta su futuro marido. El sonido de la puerta le aviso de que tan "ansiado momento" había llegado, su padre se encontraba en el umbral, la emoción llenaba su ojos

-Te pareces tanto a ella- dijo conteniendo las lágrimas que pugnaban por escapar- Kenna, no sabes cuánto lamento está situación, pero no hay alternativa, bajo ningún concepto quise esto para tí, le prometí a tu madre que encontraría un buen marido para tí y le he fallado- la tristeza que Kenna captó en su voz le estaba partiendo el corazón, ella sabía que su padre no tenía culpa de nada de lo que había pasado, y no podía pagar su enfado con él.

-Padre, no estéis triste, yo no os culpo, el destino es así- dijo Kenna abrazando a su padre, el y sus hermanos eran lo más preciado para ella, y estaba decidida a hacer que sufrieran lo menos posible por su marcha, así que poniendo su mejor sonrisa se separó de su padre a la vez que colocaba el velo sobre su rostro y procedía a salir de su habitación para comenzar con su boda.

Acompañada de su padre y seguidos de sus hermanos se encaminaron al círculo de piedras donde tendría lugar la ceremonia, allí se encontraban todos los asistentes del festival, Evan junto a su prometida y su madre, el Laird Stuart que oficiaría la ceremonia y su futuro marido. Era altísimo, no le llegaría a mas altura del pecho, tenía unos ojos marrones que la escrutaban con cierta chispa de  diversión, ¿ Le parecía divertido obligarla a casarse?, la esperaba vestido con el kilt de los colores de su clan, y una gran claymore apoyada en el suelo, la ceremonia comenzó, pero Kenna no escuchaba nada, se sentía como si todo fuera ajeno a ella.

- ¿ Tienes algo de tu señor para poder finalizar con la ceremonia?- preguntó Jamie,¿Su señor? ¿Qué se había perdido? Su futuro marido la miró ahora mucho más divertido por la cara de desconcierto que tenía.

-¿No te han comunicado que esto es una ceremonia por poderes? ¿Que mi señor no podía estar presente y yo tomaré su lugar para que la ceremonia se pueda celebrar?- le explicó el hombre que ahora sabía que no sería su marido, ahora sí estaba furiosa, no solo era obligada a casarse, si no que además su ahora marido ni siquiera se había presentado. El fuego de la ira ardía en sus ojos lo que causó que el hombre de su marido soltase una fuerte carcajada.

- Mi señor va a ser un hombre con mucha suerte.

Os dejo la foto del vestido de novia, y la sorpresa de la boda. Aún falta un poco para que podáis ver al Laird Lennox.

La rosa escocesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora