(( 아홉 ))

1.4K 181 31
                                    

Ya pasaron dos meses desde todo lo ocurrido, Changbin poco a poco se estaba recuperando de su depresión, pero a consecuencia de aquello juró negarse al amor. Ya no caería a tal tentación, la tentación que lo hizo sufrir. Incluso más de sus terribles demonios que no lo dejaban en paz.

Por estar maldito, esa era la causa de su problema. Todos sus familiares estaban malditos por una antigua maldición.

Esa era la razón por la que su padre murió, un día desapareció misteriosamente sin dejar rastro alguno. El cadáver se encontró a las afueras de la ciudad con el corazón arrancado y una rosa negra incrustada en ese hueco —imagen bastante perturbadora y siniestra—, sin duda producto de demonios.

Changbin aun siendo un renacuajo inocente, a cinco años tuvo que soportar la muerte de su querido padre. Él y la señora Seo tuvieron que seguir adelante solos, sin la ayuda de nadie.

En cambio, Felix era un niño huérfano unos años menor que Changbin, que vivía en una choza de madera en el centro de la ciudad, en los barrios pobres.

Fue secuestrado de su familia en Australia y transferido a Corea del Sur. Gracias a dios logró escapar de aquellos malvados hombres que querían venderlo. Pero aún así, a pesar de ser víctima de la trata de personas, a su corta edad logró sobrevivir.

Él para alimentarse a veces robaba, otras veces trabajaba en algún trabajo a medio tiempo. A tan corta edad tuvo que pasar por múltiples cosas traumantes, pero a pesar de todo resistía cada una de ellas. Luchaba cada día para seguir adelante y sobrevivir. No tenía a nadie, estaba solo. Sólo había otro niño que vivía con él en la choza, que se lo había encontrado en la basura tirado, mucho más mayor que él, pero aun así seguía siendo un niño. Al instante se volvieron amigos.

Una vez, Félix estaba en la plaza robando carteras, al ver un lindo niño de más o menos siete años, de pelo azabache con corte de hongo y vestido todo de negro que estaba llorando, pensó que seguramente estaría perdido. Felix no dudo en dejar lo que estaba haciendo y acercarse al niño. Le causaba cierta curiosidad, admiración si se podría decir.

También le preocupó bastante el hecho de estar ahí solo, alguien malvado que le pudiese hacer alguna atrocidad cómo le pasó a él. Era demasiado peligroso que alguien tan pequeño estuviese solo en una plaza de los barrios bajos. Podía pasarle de todo.

—¿Estás bien? —Preguntó el australiano con una sonrisa acercándose e intento de pronunciar bien el coreano.

—¡Quiero a mi mamá! —Sollozaba, eso le pareció tierno al castaño.

—No te preocupes, te ayudaré a encontrar a tu mamá... Pero si te quedas aquí alguien no tardará en raptarte y hacerte cosas malas. —Le agarró delicadamente de la mano y lo sacó de la plaza así llevándolo a su choza.

—Bienvenido a mi hogar —suspiró cansado— ¿cómo te llamas?

—Seo C-Changbin... —Respondió dejando de llorar.

—Bonito nombre, yo soy Felix. Si quieres, podemos ser amigos. —Le sonrió de manera amistosa.

Al pequeño coreano le llamó la atención un característico rasgo que aquel pequeño que tenía en frente, a diferencia de las demás personas de su alrededor, éste tenía pecas y una piel un tanto bronceada.

—Está bien, pero ¿sabes dónde está mi mamá? —Al chico se le olvidó ese detalle, se había distraído contemplando la sonrisa del niño al que no le podía quitar su mirada de encima.

—Espera un ratito, ahora vuelvo y te traeré a tu mamá. Quédate aquí, no vayas a ninguna parte, porque si te vas... —pensó rápidamente en una excusa— el lobo te comerá. —Advirtió con una expresión seria.

la rosa negra »changlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora