1

2 0 0
                                    

- ¿Por qué debemos irnos?- dije negándome a abandonar la casa en la que había vivido toda mi vida.

- Ya te lo expliqué, Ema. Es necesario- respondió mi mamá con un tono de cansancio, se había levantado muy temprano para meter las últimas cosas que quedaban de lo que era, hasta ese día, nuestro hogar.

- No es justo. Mis amigos están aquí, mi escuela está aquí, nuestra familia está aquí... ¡Papá y mi vida están aquí!- exclamé, sin intensiones de comenzar otro enfrentamiento que seguro terminaría en aceptar la realidad que estaba viviendo, nos íbamos a mudar quiera o no y parecía que a mi madre no le importaba lo que yo dijera.

Ella y mi padre se habían separado hace un año, no sabía por qué o cuándo su relación comenzó a desgastarse. Un día simplemente llegó a casa un abogado con los papeles de divorcio, ambos firmaron y se despidieron. No estaban enojados uno con el otro, no hubieron peleas previas a ese hecho, no me enteré de ninguna infidelidad, mamá nunca habló de ello y las veces que visité a papá, él tampoco lo había hecho. Ese día fue extraño, ambos lloraron al despedirse. Se dieron un abrazo tan largo que pensé que se retractarían de su decisión pero no fue así.

- Ema...- dijo mamá con tono triste- sé que no lo entiendes ahora pero algún día, cariño, vas a hacerlo y podrás perdonarme el hacerte eso.

- Seguro...- suspiré resignada.

- Además me han dicho que Praga es muy bello en verano – me dedicó un sonrisa bastante falsa para ella- y ¡nuestro apartamento! Tienes que ver las fotos que me envió la tía Khaty, es bellísimo y muy amplio.

Me importaba poco si era grande, pequeño, bonito, cálido o moderno. Yo amaba esta casa, amaba las calles que recorría para ir al colegio o al super o los parques a los que iba a pasear con mis amigos. ¿Sería capaz de formar nuevos lazos? Bastante me había costado formar los pocos que tenía. Iba a ser difícil, pero eso era lo de menos. Mudarnos tan lejos significaba no ver más a papá; no pasábamos tanto tiempo juntos, 2 o 3 veces a la semana y por unas pocas horas pero apreciaba cada momento a su lado. Él vivía a unas dos horas de mi casa pero poco importa el camino o el tiempo cuando vas a ver a una de las personas que más quieres. Sin embargo; ahora, tan lejos, ya no podría visitarlo más, ya no podría disfrutar de su deliciosa comida, ya no podría ver las absurdas series cómicas que solo con él como acompañante podría disfrutar. Definitivamente mi vida no sería la misma pero debería adaptarme.

Verdades ocultasWhere stories live. Discover now