6- La puerta

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Estaba durmiendo cuando escuché mi móvil comenzar a sonar. Abrí mis ojos notando que aún era de noche. El sueño y el cansancio se esfumó en un segundo al ver en la pantalla que era la alarma de Natalia. Salí corriendo de mi habitación cruzando el pasillo y entré a su habitación. La luz del velador era lo único que iluminaba. La vi hecha una bolita en la cama cubriendo sus oídos mientras lloraba. Sentí un dolor en el pecho al verla así.

—Nat, mírame. Estoy aquí —dije subiendo a la cama con cautela para no asustarla. Tomé sus manos suavemente y las alejé de sus oídos—. Ya estoy aquí, Nat, nada te sucederá. No estás en peligro —dije acariciando su cabello, su respiración era agitada y entrecortada—. Nat, mírame... por favor —murmuré con suavidad acariciando su rostro. Abrió lentamente sus ojos rojos y me miró con aquel caracteristico miedo que siempre tenia, pero ahora estaba mucho más intenso—. Respira conmigo —dije sin dejar de acariciar su cabello y su rostro. Poco a poco se fue calmando—. Ven —la ayudé a acostarse bien y me acosté a su lado—. Ya no llores... ya pasó —murmuré quitando un mechón de su cabello que estorbaba en su rostro—. ¿Quieres contarme que sucedió?

—Estaba... estaba durmiendo y... —hablaba con la voz entrecortada— y tuve una pesadilla... era un recuerdo, él quería lastimarme —susurró—. No suelo dormir mucho tiempo de noche —solté un suspiro y me acerqué un poco más a ella.

—Intenta dormir —ella me miró con terror, negando.

—No, no podré...

—Nat, inténtalo. No sucederá nada, estaré aquí contigo. No dejaré que nadie te lastime... —ella me miró insegura y con la yema de mis dedos comencé a delinear su rostro relajándola—. Cierra los ojos, relájate... intenta dormir —ella cerró sus ojos y continué acariciando suavemente su rostro.

Así pasé aquella noche, cuidando de ella sin separarme de su lado. Esa noche supe que algo me sucedía con ella. Estaba embobada acariciando y delineando cada línea de su rostro. Se veía tan tranquila que me daba paz verla así, sin problemas atormentándola. Se removió y me abrazó apegándome a su cuerpo. Sentí mis mejillas incendiarse al tenerla tan cerca de mí. Sin darme cuenta me quedé dormida.

(...)

—No te vayas...—murmuró adormilada reforzando su agarre en mi cintura.

—Iré por el desayuno, ya regreso —soltó un bufido y me soltó para abrazar mi almohada.

Sin poder evitarlo caminé hacia la cocina con una sonrisa radiante en mi rostro. No podía creer que había dormido con ella, entre sus brazos. Nunca había dormido tan bien y tan tranquila con alguien.

—Vaya... ¿y esa sonrisa? —dijo Marilia.

—Esa sonrisa tiene nombre y apellido, y es Natalia Lacunza —dijo Noelia.

—No empiecen —advertí.

—Que yo escuché que fuiste a su habitación —dijo Sabela guiñándome un ojo y me sonrojé.

—Uy, uy, uy, noche fogosa tuvo la niña —dijo Dave.

—Que Natalia podrá estar entre cuatro paredes, pero lo ligona no se lo quita nadie —dijo Miki sonriente.

—Ya, déjenla, miren como está, hecha un tomatico —dijo Alfonso abrazándome—. Anoche debe haber estado acalorado el tomatico —dijo divertido y lo empujé.

—Al parecer no soy la única que ha notado que hay algo entre ustedes —dijo Marta.

—Mi favorito es Damion, porque él no me molesta... Marta, antes me agradabas —dije preparando el desayuno de Nat y el mío. Damion me sonrió.

Agorafobia | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora