Día 2

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Salí de mi cuarto para dirigirme al laboratorio de Wester, eran las 7:15 AM, pronto volveríamos a trabajar en el proyecto Abigail.

Parecía un muerto, mi rostro reflejaba falta de sueño y mis ojeras lo confirmaban. La ducha que me había dado poco podía hacer para despejarme y en mi mente todavía rondaba aquella nota de Wester.

Caminé sin prestarle atención a nadie. Escuchaba los saludos, pero prefería pasar de largo. Poco faltaba ya para llegar al laboratorio.

–Zimmerman, ¿estás bien? –preguntó un hombre a mis espaldas.

–Si...no te preocupes –Reprimí un bostezo y me tallé los ojos.

–Zack, mírame.

Reconocí la autoritaria voz enseguida y una media sonrisa apareció en mi rostro.

–Oh, hola Paul. –dije mientras me giraba.

–No te ves bien –comentó, cruzado de brazos–, ¿Dormiste?

Asentí para apaciguar un poco su instinto protector.

–Si, pero tuve una pesadilla

–¿Pesadilla? –Paul me miró sorprendido y luego con una sonrisa burlona–. La última vez que tuviste una fue cuando atendiste al soldado que perdió la vista, allá en Francia

Allá en Francia, sí. Cabrón.

–No me lo recuerdes, porque me dan ganas de matar al hijo de puta que me pidió que fuera al Frente Occidental en plena guerra con Alemania –Paul sonrió ampliamente–. Ah, cierto, fuiste tú.

–El pasado es pasado, ahora ¿qué ocurrió? –preguntó Paul.

Lo mire fijamente.

–Pues tu lo dijiste –traté de explicar–, el soldado perdió la vista y yo tuve pesadillas a causa de verlo sin oj…

–Eso no, idiota –interrumpió Paul– Me refiero a tu pesadilla de ayer

–Olvídalo, se me hace tarde. –dije antes de retirarme.

–Zimmerman, ven aquí. –ordenó Paul.

–No, déjame solo. –Y continúe mi camino. Si, una parte de mi quería ir y decirle que estaba mal, enfermo, al borde de la muerte. Seguramente, el Mayor haría todo lo posible para darme de baja. Sería lo mejor, no quería volver a trabajar en el maldito experimento en el que me metí, si llevo solo un dia trabajando en él, no me imagino mi estado de salud si sigo trabajando por más tiempo.

Entré a la estancia y noté los cambios al instante.

Un muro de hormigón fresco estaba entre el laboratorio y la sala donde atendíamos a Abigail. Ella no estaba, tampoco Wester y supuse que se encontraban al otro lado de la pared.

–Buenos días. –saludé.

–Hola Zack, buen día. –respondió uno de los científicos.

Miré alrededor, apenas media docena de hombres se encontraban allí.

–¿Dónde está el resto? –pregunté–, ¿Dónde está Arthur?

Todos se quedaron mirándome, estaban asustados por responder, finalmente uno se atrevió a hablar.

–Muertos –respondió–. Wester y otros soldados los borraron del mapa.

–¿Qué quieres decir? –pregunté incrédulo.

–Se atrevieron a contarle lo ocurrido a algunos altos oficiales, varios de ellos también han desaparecido.

¿Y mi Arthur?

ABIGAILWhere stories live. Discover now