Capítulo 6.

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Estábamos preparando la cena. No hablaba mucho, nadie lo hacía.

Hubo un golpe en la puerta.

Era ella.

-Será mejor que subas -susurró Draco.

-No, debo enfrentarla. Algún día, todos deberíamos enfrentar nuestros temores u odios.

Y ahí estaba, la mujer que me había sacado casi todo, Bellatrix Lestrange. Narcissa abrió la puerta y ella entró.

-¡Cissy! ¿Cómo has estado?

-¡Bella! -saludó su hermana abrazándola.

-¡Draco! Mi sobrino favorito -saludó revolviéndole el cabello. Se dio vuelta y me miró. Yo estaba sentada, con la vista baja- ¿Y quién es esta? ¡Ahhhhh! ¡Draco tiene novia! ¡Draco tiene novia! -entonó un breve cántico-. Dime lindura, ¿Cómo te llamas?

-Janet, Janet Weiss -respondí sin mirarla a la cara.

-¿Con que Weiss? -preguntó interesada- Dime, ¿Te gusta leer las noticias?

-Si es por lo de mis padres, sí. Ya sé lo que hiciste.

Narcissaby Draco no sabían qué hacer.

-Quiero que entiendas que solo fue un pedido de...

No me interesa -la corté-. Solo tengo una palabra que decir... Gracias.

Nadie supo cómo reaccionar. Finalizada la cena, Draco me llevó a hablar aparte.

-¿Gracias? ¿Qué fue eso? -preguntó confundido- Te vi sufriendo, te consolé ¿Y ahora sales con un gracias?

-Algo trama Voldemort y será mejor que ahora parezca que estoy de su lado. Seguiré luchando, pero en otro nivel.

-¿Seguirás luchando? Janet, no entiendo ni una palabra de lo que dices.

-Nada es seguro ahora, no confíes en nadie. En especial en Lucius y Bellatrix, son mortífagos.

-¿Qué? Entiendo que estés enojada con Bellatrix por lo de tus padres, pero ¡Janet, ellos son mi --familia! ¿En verdad crees que podrían lastimarme?

-Por ahora no, porque Voldemort te necesita para algo. Sino, da por hecho que ya no estarías en esta vida.

Luego de la llegada de Bellatrix, me distancié mucho de los Malfoy. Los evitaba si podía. Una noche, me teletransporté a Hogwarts. Vi a Snape en la sala común, estaba llorando. Miraba una foto, creo que era de Lily.

Me dio mucha lástima, iba a consolarlo, pero recordé que no debía estar ahí y me volví a la mansión.

De noche, solía escaparme para aclarar mis ideas. Muchas veces fui hasta la entrada de la casa de los Weasley, pero nunca me animé a entrar. Una vez más, no tenía a dónde ir.

Algunas veces intercambiada miradas con Bellatrix. Yo tenía todo planeado, todo, hasta el más mínimo detalle.

Una noche antes de volver a Hogwarts, interrogué a Draco. Puse en su bebida Veritaserum, muestra que tomé de la clase de pociones. Él tomó su bebida sin sospechar.

-Draco, ¿Sabes lo que quiere Voldemort?

-Quiere matar a Dumbledore -respondió como hipnotizado.

-¿Y cómo lo hará? Hogwarts es impenetrable.

-No del todo. En la sala de Menesteres hay un armario, el armario evanescente. Lo tengo que arreglar para que los mortífagos puedan entrar. Yo debo matar a Dumbledore -dijo apenado.

-Draco, ¿Por qué haces esto?

-¡Si no lo mato, él me mata a mí! -noté desesperación en tu voz,

-¡No lo hagas! Haz tiempo hasta que alguien más llegue y lo mate. Yo sé que alguien lo hará...

Cuando Draco se durmió, me puse a escribir unas cartas; la primera, para Bellatrix:

Dile al Señor Tenebroso lo que sabes de mi, dile lo que has oído, dile todo. Dile que soy su servidora... Estoy de su lado, y lucharé junto a él en la guerra que se aproxima. Tendrá toda mi lealtad.

La otra era para Harry. Yo entendí perfectamente las cartas de Harry, yo le enseñé ese lenguaje de símbolos.

La primera carta me preguntaba si en verdad estaba en la Mansión Malfoy. Y las otras decían lo mismo: ¿Has conseguido información?

Le escribí que corrían peligro, que debían tener cuidado. No le conté sobre el plan de Voldemort o lo que Draco debía hacer. A pesar de lo que pasó, todavía era su novia, tenía que protegerlo. Además, alguien debía cumplir su destino, alguien que esperó y sufrió mucho.

Me sentía mal, Draco y yo no solíamos pasar el tiempo enojados, distanciados...

Miré hacia la marca que había hecho mi madre sobre mi piel. NO DEBO. Quizás estaba yendo muy lejos... Quizás debería detenerme y no hacer más nada... No. Debía hacerlo, lo amaba mucho como para verlo sufrir en el futuro.

El otro lado de la moneda. |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora