Capítulo 10.

448 26 2
                                    

El tiempo pasó muy rápido. Voldemort me obligó a cometer actos horribles y despiadados. Múltiples veces sentí que no podía soportar más, que debía escapa ¿Pero a dónde?

En la madriguera no me recibirían, toda mi familia estaba muerta, el trío estaba en busca de horrocruxes, ellos tampoco me recibirían. Una noche, fui hasta la madriguera y me quedé en la puerta por unos minutos. Fred y George estaban arriba y me vieron.

-¡Janet! ¿Qué haces aquí? -preguntó Fred.

-Sí, creímos que estabas en la casa de los Malfoy.

-Oh, sí... Esto... Bueno, será mejor que ya saben... Jeje... me retire... -dije nerviosa.

-No creo que sea necesario, ¿No Georgie?

-Para nada, Freddie.

Me tomaron de la mano y me teletransportaron a su habitación.

-¿No les contaron todo lo que pasó con Dumbledore? -pregunté.

-Sí, pero tú no tienes la culpa. Snape sí -dijo George.

-¡Gracias! ¡Al fin alguien que lo entiende! -dije aliviada.

-¿Por qué no viniste antes? -preguntó Fred.

-Tenía miedo, después de todo lo que pasó... Digamos que pensaba que no me recibirían.

-¿Estás loca? -preguntó con finjido enojo Fred.

-Sí, que los otros no entiendan, no significa que nosotros tampoco entendamos -concordó George.

-En serio, les agradezco su gentileza, pero será mejor que me vaya, Bellatrix ha sospechado un poco de mí.

-¿Sospechar? -interrogó George.

-Oh Janet ¿En qué líos te has metido? -insistió Fred riendo con su típico tono de "mujer, tú siempre metida en algo" y negando con la cabeza.

Les conté el plan que había ideado con Snape. No con mucho detalle y en voz baja por si alguien estaba despierto.

Los minutos se pasaron más que volando y, para cuando quise darme cuenta, había pasado demasiado tiempo afuera, tenía que volver a la Mansión Malfoy.

-En verdad, muchas gracias a los dos.

-No hay de qué -sonrió George.

-Ahora nos debes dos favores -me recordó Fred riendo-. Primero, por no decirle a nadie que salías con Malfoy, antes. Ahora, por esta visita inesperada.

-En realidad, tres. Prometan que no le dirán a nadie sobre esto, el plan contra Ya-Saben-Quien.

-¡Prometido! -exclamaron ambos al unísono.

-Hasta luego, Fred.

-¡Yo no soy Fred! ¡Soy George! ¿En serio niña, te haces llamar nuestra amiga?

-Lo lamento, George -reí.

-Estoy jugando, yo soy Fred.

Los tres reímos. Puede que estuviéramos cerca de la guerra pero estos dos siempre tendrían alguna broma esperándote.

Me despedí de los gemelos y me volví a la mansión.

Ese año no asistí a Hogwarts, al igual que Draco.

Una tarde, los carroñeros trajeron a la Mansión Malfoy a un trío de adolescentes como prisioneros. Eran ellos. Colagusano llevó a Harry y a Ron al sótano. Allí estaban Luna, Ollivander, Griphook y yo.

-¿Qué haces aquí, Janet? ¿Acaso tu novio te traicionó? -preguntó burlón Ron.

-Salvo sus traseros, idiota -respondí sin darle importancia al segundo comentario de Ron-. Me infiltré en el sótano con ese propósito.

Se escucharon los gritos de Hermione y Colagusano se llevó a Griphook.

-¿Cómo harás para salvarnos? -cuestionó Harry, también ignorando la actitud de Ron.

Dobby apareció y, a pedido de Harry, se llevó a Ollivander y a Luna. Volvió y noqueó a Colagusano.

-Antes de que suban, necesitan saber algo -advertí-. Sé que están buscando horrocruxes y sé dónde hay uno. No conozco su forma ni su peso, pero sé que es dorado y de Hufflepuff. La escuché a Bellatrix decírselo a Griphook. "Estos tontos buscan horrocruxes ¡Mas te vale Griphook que no encuentren el dorado de mi bóveda, el de Hufflepuff, y la espada!".

-¿Por qué haces esto? -insistió Harry, curioso, por décima vez.

-¿No es obvio? Siempre lo hice. Corrí muchos riesgos y los seguiré corriendo si es necesario. ¿Por qué creen que siguen con vida? Voldemort sabe que tengo, o tenía, una amistad con ustedes. Le he estado dando falsas localizaciones para que los busquen. Jamás seré uno de ellos ¡Y lo saben!

-Tienes razón -interrumpió Ron-. Lamento lo que dije antes. Sí hay otra tipo de Slytherins.

Subieron las escaleras y yo esperé abajo. Logré escuchar a Bellatrix.

-¡Elfo tonto! ¡Pudiste haberme matado!

-Dobby no quería matar. Dobby solo quería mutilar o herir de gravedad.

Narcissa los estaba apuntando con su varita y con un chasqueo, Dobby se la arrebató.

-¿Cómo te atreves a sacarle la varita a tu ama? -gritó furiosa Bellatrix.

-Dobby no tiene amos ¡Dobby es un elfo libre!

Bellatrix lanzó su cuchillo mientras ellos se teletransportaban éste desapareció con ellos. Días más tarde, recibí una carta de Harry contando que el cuchillo había matado a Dobby. No lo resistí, vi a mucha gente y seres mágicos morir.

Esa noche estaba dispuesta a escapar. Él estaba dormido. Me quedé mirándolo por un instante, las malas elecciones parecían nunca estar presentes. Parecía que nunca hubiera hecho todo lo malo que hizo... Me pregunté si, mientras yo dormía, también pasaría lo mismo. Si también parecería que nunca hubo malas elecciones para mí.

Me acerqué para besarlo, pero una mano me empujó, haciendo que chocara contra él. Me abrazó con súplica.

-Necesito que resistas un poco más -me pidió-. Ya casi se termina.

-No puedo... Uno de ellos debe morir -susurré tristemente-. No. No, no podría resistirlo. Si Harry muere, sé que, de alguna manera, sería mi culpa. ¡No podría, Draco, no podría! -sollozé y lo abrazé con más fuerza.

-Lo sé... Pero ahora necesito que seas fuerte, Janet. Más de lo que eres siempre.

Estaba destrozada y no podía dormir. Sin embargo, Draco no parecía tener el mismo problema.

Muy avanzada la noche, escuché a Bellatrix del otro lado.

-Nadie, repito, nadie debe saberlo. Si el Señor Tenebroso se enterara, ¡Nos mataría a todos!

-No, a ti nada más -corrigió Lucius- ¿Acaso tienes miedo?

-No más del que tú tienes, Lucius.

-¿Qué es lo que el Señor Tenebroso no debe saber?

-Sobre la Copa de Hufflepuff, la que está en mi bóveda en Gringotts. Potter y sus amigos buscan horrocruxes, desconfío en que Janet les haya dicho sobre ese.

-¿Qué dices? Ella es de los nuestros.

-¿Seguro, Lucius? No por el hecho de que salga con tu hijo significa que sea de los nuestros.

Tenía miedo por lo que había escuchado. Esa noche, escribí una carta y, entre lágrimas, dejé a Draco y me fui. ¿A dónde iría? El destino lo dirá más adelante.

El otro lado de la moneda. |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora