50 DÍAS CIEGA

SENTENCIA DE MUERTE

Narra T/N 

Llevaba más de un mes con él, secuestrada; atrapada en un infierno de torturas físicas y psicológicas.

Estaba totalmente desesperada y mucho más después del asesinato de mi bebé.

No iba a lograr escapar ni salir con vida de esta.

Durante las últimas semanas ni siquiera me ponía música como antes; no mostró ningún solo gesto de afecto o arrepentimiento. 

Ya no me quedaba nada por lo que luchar, mis padres no habían venido a buscarme.

Me había rendido.

Ahora me encontraba atada en un árbol, en medio del bosque seguramente porque andamos durante mucho rato.

Mi cuerpo estaba totalmente destrozado, me dolía cada hueso, cada músculo. Estaba demacrada. Si no me mataba él, lo haría el hambre.

Me paré a pensar y la depresión que cargaba en mi cuerpo me hizo llegar a la conclusión de que no merecía la pena llorar. No merecía la pena esperar salir con vida. 

Dejé de llorar, deje de sentir. Quería morir. Lo deseaba con todas las pocas fuerzas que me quedaban.

Narra X

Me puse mis guantes para no dejar ningún tipo de huella, cargué mi pistola con 3 balas; no quería dejar el trabajo a medias.

Me dirigí hacia ella. 

¿De verdad iba a matarla de esta manera? Tan fríamente.

Bueno, al fin y al cabo tenía pensada una tortura mortal para ella, pero la policía iba a venir. Seguramente me acabarían encontrando; pero yo habría finalizado ya mi venganza.

Cargué la pistola.

Tragué saliva, apreté fuerte mis ojos y una lágrima cayó por mis mejillas. 

T/N ya no lloraba.

Eso me frenó, si ella no sufría ¿qué sentido tenía matarla?

Entonces la oí decir un nombre. 

Ese nombre, era el que menos quería oír en estos instantes.

T/N firmó la sentencia de muerte de esa persona diciendo su nombre.