WOLFSTAR

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A Remus le gustaba recordar el momento en el que dio su primer beso. No había sido perfecto y, durante los primeros días después de que sucediera, le daba vergüenza recordarlo, le daba vergüenza pensar lo torpe que había sido en ese momento, le daba vergüenza no poder haber mostrado todos sus sentimientos un poquito antes.

Acababan de anunciar las notas de un examen de transfiguración que habían realizado tras una luna llena. Había pasado la noche convertido en lobo en La Casa de los Gritos y había despertado tumbado en el suelo de madera solo cubierto con una manta. Hizo el examen tratando de soportar el horrible dolor de cabeza que sentía y acabó dejando la mitad de las preguntas en blanco, por lo que apenas consiguió dos puntos.

Él había sido desde el comienzo un estudiante ejemplar. Se le daba bien estudiar y se veía capaz de remontar una mala nota, pero le frustraba tener que hacerlo, le frustraba tener que rezagarse en sus estudios cada vez que había luna llena y odiaba ver el desconcierto, pena y decepción en las miradas de sus profesores cada vez que esto ocurría. Odiaba los susurros de sus compañeros que se preguntaban cómo es que había sacado una mala nota. Odiaba ser diferente.

Aquel día estaba soleado y todos los estudiantes habían salido a tomar el aire en su hora de descanso. Remus no quería salir, no tenía ganas de que sus amigos intentaran consolarle y hacerle reír, no quería ser un incordio para ellos. Desde la ventana de uno de los desiertos pasillos del colegio tenía una vista perfecta de James y Lily, que habían comenzado a salir tres días antes y estaban aún tratando de descifrar sus sentimientos por el otro. Caminaban juntos, pero a una distancia prudencial que dejaba ver la incomodidad de la situación. Y era normal, se habían odiado entre ellos desde que se conocieron y aquella situación era completamente nueva para ambos, por lo que sus nervios estaban completamente justificados.

Sus pensamientos divagaban sobre la extraña relación de su amigo y su nueva novia cuando escuchó unos pasos en el pasillo. Se giró extrañado y esbozó una pequeña sonrisa al ver que Sirius se acercaba hacia él, también sonriendo.

Sirius sabía que Remus no quería compañía, sabia que prefería guardar su dolor y que no quería preocuparles, pero al ver la cara que este puso cuando supo la nota de su examen no pudo no hacerlo. Remus era su uno de sus mejores amigos desde que hacía seis años y le conocía lo suficiente como para saber que no se sentía bien.

Además, llevaban dos días sin hablarse desde que ambos se habían confesado sus sentimientos durante una intensa discusión sobre su amistad en la que Remus había repetido por enésima vez como no merecía amigos por ser un monstruo y Sirius se había enfadado tanto que, después de intercambiar unos cuantos gritos e insultos, había gritado en medio de la sala común que estaba completamente enamorado de él, lo que provocó que Remus saliera corriendo.

Ambos chicos se encontraron solos frente a frente por primera vez en dos días, incómodos y dolidos por las palabras dichas, pero sobre todo nerviosos.

- Nunca vuelvas a decir que no mereces amigos. Nunca digas que no nos mereces. No eres un monstruo y, si lo fueras, serías el monstruo más adorable del universo – Sirius dijo aquellas palabras de memoria, llevaba estudiándolas dos días, buscando el mejor momento para pedir perdón.

- Sabes que me jode... ni siquiera puedo tener una vida, aunque sea, un poco normal. Solo quiero no tener que preocuparme por esta puta mierda... – había repetido esas mismas palabras tantas veces que ni se acordaba – pero seguir quejándome no va a servir para nada – suspiró cansado, dolido.

- ¿Y qué te gustaría tener? ¿Qué tendría que tener tu vida para ser normal? – Sirius se había ido acercando lentamente hacia él, solo un paso de distancia.

Remus respondió sin pensar, tan deprisa y en un volumen tan bajo que si Sirius no hubiera sido prácticamente mitad perro no hubiera podido escucharlo:

- Un novio – la sonrisa en el rostro de Sirius se ensanchó hasta que ya no pudo estirar más las mejillas; los ojos de Remus se cristalizaron y una lágrima rodó por su mejilla. Ambos sabían lo que querían, se querían el uno al otro desde hacía tanto tiempo que dolía recordarlo, pero el miedo a perder su amistad les había impedido sincerarse. Ahora todo estaba dicho, ya no había vuelta atrás.

- Pues hoy es su día de suerte señor Lupin, por que tiene a un candidato perfecto justo delante.

Sirius se acercó a él y le agarró por la cintura, juntando sus cuerpos y sus rostros hasta que sus labios se juntaron. Remus comenzó a llorar con más fuerza empapando sus mejillas y las de Sirius, pero a ninguno de los dos le importó, porque al fin se tenían el uno al otro. En aquel pasillo vacío del colegio ambos pudieron afirmar, con total seguridad, que eran felices.

El primer beso de Remus no fue perfecto, pero al mismo tiempo sí lo fue. Se tenían. No podían pedir más. Tan solo les quedaba pasar el máximo tiempo posible juntos y crear el mayor número de recuerdos posibles. Tenían todo el tiempo del mundo. Nada podía salir mal.


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⏰ Last updated: May 17, 2019 ⏰

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