Recordar

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JiMin abrió la vieja bodega.

Y allí estaba, su corazón golpeaba fuerte en su pecho, hay cosas que jamás pueden olvidarse y sanan muy dificilmente.

Aquel año cuándo participó en esa competencia, durante la celebración nocturna, JungHwa había roto su tabla. No era su tabla realmente, era parte de sus recuerdos junto a sus padres. JiMin se había aferrado al recuerdo de ellos para seguir con su vida.

Al verla destrozada en dos, justo cómo está en ese momento, le dan ganas de llorar... cómo aquella vez que él lo encontró en la playa. Esa vez dónde dejó que el mar lo llevara sin rumbo mientras el agua salada entraba por su boca. Dónde por un momento, la idea de quedarse y que el mar lo llevara con sus padres fue tentadora...

- ¿Cariño?- la voz de él se escucha, al parecer lo está buscando.- Oh, ¿recordando?- su sonrisa siempre le llena de calma.

- Buscaba algunas herramientas, el piso del estudio se está astillando...- menciona con voz baja pero sin moverse realmente de su lugar. Siente los brazos cálidos rodearle, y se refugia en ellos.

- Dejame ayudarte...- le susurra al oído. Ambos miran las tablas de surfear que JiMin no ha usado en algun tiempo. La de su madre, la de su padre, y la que hizo él mismo luego de perder una, la misma que yacía rota dentro, incluso la tabla que su pareja le regaló, y era invaluable, porque su novio la había hecho durante varios meses hasta poder darsela cuando cumplieron dos años.

- No es tan dificil...- le dice sonriendo y colocando sus manos sobre las del mayor, las cuales descansan en su vientre.

- Si lo hacemos entre los dos terminaremos más rápido y podremos ver esa película que querías, comer palomitas y quizás helado- le dice haciendole cosquillas en el cuello con su nariz.

- Esta bien... todo por el helado- menciona divertido. Toman la vieja caja de herramientas y suben al segundo piso, entre jugueteos y música, notas desafinadas y armonías hechas, terminan. Se dejan caer en el piso, de manera paralela, dónde ambas cabezas están juntas, se miran lentamente.

- Te lo dije...- le menciona el mayor.- Terminamos y podremos tomar una ducha caliente...

- Estamos cerca de la playa...- se queja el menor. JiMin no lo entiende, un poco más y su piel arderá del calor que hace.

- Nunca hace daño una ducha caliente, mi amor- le repone el otro. El menor frunce la nariz de manera adorable a los ojos de su novio.

- No, me niego, lo que necesito es un baño frío de burbujas, no un sauna, Yoon- le dice en forma de queja y quedando boca abajo sobre la madera, sintiendo que no puede estar mucho tiempo así.

- Hacer eso puede lastimarte...- le dice el mayor suavemente tomandolo de un hombro para girarlo de nuevo.

- Ya sé... pero nada me hará cambiar de opinión respecto al baño, quiero agua fría...- JiMin vuelve a decir. YoonGi se lo concede, y le ayuda a levantarse.

Es un fin de semana normal, no tienen mucho que hacer más que hacer alguna limpieza o terminar algun pendiente del trabajo.

Hace más de cinco años son pareja, cuándo se conocieron, JiMin no estaba pasando su mejor momento y YoonGi era muy impulsivo para hablar. Hacía las preguntas sin realmente pensarlas.

Ni siquiera se agradaban... eran el cliché típico "del odio al amor solo hay un paso", pero le quitaban importancia, porque las cosas así se dieron entre ellos. Y solo por eso, por ser ellos, ya era especial.
YoonGi conoció a JiMin en un día de feria, luego del incidente de la tabla rota, los primos de JiMin, y los amigos de YoonGi estaban allí...

YoonGi quiso acercarse al verlo tan distante y ausente de todo, pero solo logró hacerlo huir, y perderse quien sabe donde, todos lo buscaron hasta que YoonGi se acercó a la playa... allí lo encontró tosiendo y luego lo vio caer cómo peso muerto sobre la arena. JiMin parecía derrotado en ese instante...

JiMin le dijo que se fuera, que quería estar solo, pero el mayor le sostuvo unos breves instantes antes de que se rompiera y llorara. Nadie lo sabía... JiMin seguía sufriendo... se sentía abandonado por toda su familia, lloró cómo no lloró cuando sus padres fallecieron, gritó y maldijo, y se aferró con fuerza a YoonGi.

El mayor no sabía que tanto había sufrido JiMin al estar solo, por primera vez sintió tanta empatía por una persona desconocida.

Pero JiMin se alejó, aun con ello, el menor prefería estar lejos. Y el verano se acabó, la casa de JiMin volvía a estar sola, a lo lejos, vio cómo sus primos se despedían y prometían volver las siguientes vacaciones. El menor se veía tan vulnerable que él no podía entender el porque decidía quedarse solo...

Pero, se encontraron en la biblioteca, YoonGi le preguntó por su salud y trató de mantener la conversación. JiMin lo esquivaba y no parecía muy feliz de hablarle, pero lo logró...

Una noche, el último día de YoonGi en Busan, invitó a JiMin a salir, fue hasta su casa, y le dijo que fueran a caminar por la playa.

Y JiMin dijo que sí...

Ese fue el inicio de todo...

- ¿En qué piensas, Yoon?- pregunta JiMin desde la bañera. YoonGi le mira con una sonrisa mientras extiende una toalla, indicandole que es hora de salir.

- La extraña forma en que nos conocimos...- le menciona divertido y le ayuda a salir de su baño. El mayor también ha tomado su ducha con agua caliente.

- Nunca pensé que vendrías hasta aquí solo para hacerme compañía- le dice JiMin.
Porque meses más tardes, luego de abundantes mensajes y llamadas, el mayor decidió mudarse a Busan, al principio sería temporal, pero luego, se encariñó con el mar, con la playa, el aroma a sol y los días cálidos... y se enamoró de JiMin...

Lo gracioso fue que llegó hasta la casa de JiMin con una maleta a punto de reventar por tanta ropa, diciendo que necesitaba hospedaje por tiempo indefenido. JiMin no se negó, sin saber que la presencia de YoonGi le llenaría de calidez el alma...

- Ha sido de las mejores decisiones que he tomado, cariño...- le sonríe mientras caminan hasta la habitación que comparten, envueltos en las toallas, teniendo cuidado al caminar...

Amor&MarWhere stories live. Discover now