| Vol. II Lightning Strikes |

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"¿Qué crees que se pondrá Stacy para la fiesta?"

"No me gustó el ponche que preparó la otra vez."

"¿Vestido o pantalón?"

El primer día había sido intenso, y el revuelo que tenía la gente por la fiesta de la tal Stacy tenía a todo el mundo pensando en otras cosas que no eran el trabajo de geografía y mucho menos las cuatro hojas de redacción de literatura universal.

La profesora a la que le había preguntado aquella mañana por dónde estaba la secretaría resultaba ser Margaret Jefferson, mi profesora de historia del arte. Y a pesar de su aspecto aburrido, algo me decía que era una asignatura que no iba a tener que estudiar. También estaba agradecida de que el temario del curso iba un poco atrasado con respecto al de mi antiguo instituto, por lo que no tenía la sensación de haberme quedado atrás. Así que lo único que tenía que hacer era releerme un par de páginas de mi libro favorito y repasar algunos apuntes de las placas terráqueas y tendría la semana libre de preocupaciones. El fin de semana tenía pensado pasearme por el pueblo. Recorrerme algunas zonas y encontrar mi sitio tranquilo.

Mi sitio tranquilo era mi zona de confort. Un lugar en el que podía apartarme de cualquier cosa que me perturbase mientras vivíamos en Hawkins. Hasta donde yo sabía, Hawkins podía ser el sitio en el que acabaría el instituto o el sitio en el que me terminaría quedando. Para siempre.

Ninguna de las dos opciones me desagradaba, pero con la inestabilidad que mi tía tenía para los trabajos y mis cambios impredecibles de decisión nunca podía estar segura del todo.

Me gustaba imaginarme un futuro tranquilo. Sin preocupaciones. Tal vez un pequeño estudio de arte o una galería para terminar siendo el mecenas de la mitad de los artistas incomprendidos de la zona. Ir a París de vez en cuando o recorrerme Florencia buscando las obras de Miguel Ángel o Botticelli por los rincones. También podría quedarme en mi casa, leyendo un libro y tomando el chocolate caliente con galletas que preparaba Sussy. O simplemente leyendo un libro y acariciando a un gato. Un gato gordo y cariñoso.

Se me iba la cabeza.

Casi se me cae el alma a los pies cuando nada más cerrar la taquilla vi que alguien había estado ahí parado a mi lado todo ese tiempo mientras yo estaba perdida en mis alucinaciones.

Coloqué la mochila en mi hombro mientras me reía.

"Es la segunda vez que me haces lo mismo hoy. ¿Se lo haces a todo el mundo?" Le pregunté.

"No, sólo a los nuevos" dijo Steve mientras se encogía de hombros. "¿Qué tal tu primer día?" Añadió, y empezó a caminar conmigo. Acababa de sonar el timbre y eso significaba que el primer día en aquel instituto lo había superado.

"Me lo esperaba peor" respondí. "He de decir que sin los dos casi infartos que casi sufro gracias a ti no habría sido lo mismo, así que gracias".

Mi broma le pilló por sorpresa y una sonrisa llenó su cara. Enarcó las cejas mientras me señalaba.

"Eres graciosa, sí, muy graciosa. Pero ha sido sin querer. La verdad, suele ser el efecto que causo en la gente" dijo mientras abría la puerta de salida y la sostenía para que pasase.

"Espero que eso no sea verdad. La pobre gente no tiene la culpa de encontrarse contigo" le solté.

Tuve que aguantarme una carcajada, porque su cara de ofendido no tenía precio.

"Voy a empezar a tomarme esas bromitas de forma personal" contestó cuando ya estábamos en la calle. El color naranja descolorido de mi coche se veía a distancia. "Bueno, ¿cómo vuelves a casa?" preguntó mientras nos parábamos en medio de la corriente de gente que estaba abandonando el edificio.

SHUT YOUR MOUTH | Billy Hargrove | Stranger ThingsWhere stories live. Discover now