XI

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—Tienes razón, no negaré nada de lo que has dicho.

—¿Por qué te casaste si engañas a tu mujer?

Él la observó, y luego bajó la mirada, hacia su plato.

—El amor es complicado, sabes.

—Supongo, la verdad nunca me he enamorado.

—¿Y qué sientes entonces por ese tipo?

—Cariño, es amable conmigo, atento, me hace sentir bien.

—¿Y por qué no intentas algo con él?

—Porque es un amigo.

—¿Qué edad tienes?

—Veintidós ¿Y tú, pastor?

Sonrió al escuchar que lo llamaba de aquel modo.

—Sabes mi nombre, y prefiero que lo uses, a que me llames pastor. Y tengo treinta y seis.

—Ah, entonces tu mujer no te lleva tantos años como creí.

—No, sólo diez.

—¿Por qué te casaste con una mujer mayor?

—Marta... Marta ha sido la mano que me sacó de la oscuridad. Mi vida era un desastre antes de conocerla.

—No creo que haya cambiado mucho, y muy mal le estás retribuyendo. Dudo mucho que ella sepa que tú estás aquí.

—¿Puedes dejar de estar en la defensiva por un momento? Sólo intento hablar contigo, pero parece que todo lo buscas para recriminar que soy un asco de persona.

—Hasta que lo admites.

La observó frustrado, y se puso de pie, dejándole el dinero suficiente en la mesa para pagar la comida de ambos.

—Lo entiendo, no quieres hablar conmigo, lo siento.

Ella lo observó con el ceño fruncido, cuando él se volteó.

—Cruz, espera.

Él se giró para observarla, y la morena le señaló el dinero.

—No necesito que me pagues nada, para eso trabajo.

***

Regreso a su casa temprano, para ella volver a las doce un sábado, era temprano. Natalia ya estaba durmiendo, por lo que se fue directo a la cama.

¿Qué haría ahora que no trabajarías más? Debía encontrar algo nuevo para pasar el tiempo.

Tomó su celular, y observó la foto del osito y ella que se habían sacado para su cumpleaños. Él abrazándola frente al pastel de cumpleaños.

¿Debería darse una oportunidad con él? ¿Qué podría perder si no funcionaba?

Su amistad, estúpida. Pensó con desdén.

Tal vez podría tomar un curso como había hecho Natalia, dirigir su vida hacia otro tipo de actividades. Pero sentía que no sabía hacer nada, que para lo único que era buena, era el sexo.

¿Podía una prostituta dejar su pasado atrás?

***

—Cruz ¿Dónde estabas? —preguntó preocupada su mujer, al verlo llegar a la casa.

—Lo siento cariño, el tiempo se me pasó volando.

—¿Pero dónde estabas? Son pasadas las doce de la noche.

—Sólo... Salí a caminar un rato.

Ella se cruzó de brazos, cubriendo el pecho, ya que la noche estaba fresca, estaba en camisón y recién salía de la cama.

—¿Seguro?

—Sí —sonrió acercándose a ella.

La tomó del rostro, y la besó suavemente, dirigiendo sus manos hacia sus caderas, acariciándolas.

—Tengo ganas de estar contigo —murmuró entre besos cortos.

—Amor, hoy no estoy de ánimo —le dijo abrazándola a ella—. Y es tarde.

—Está bien cariño —pronunció en un tono bajo.

Desde que se habían casado, hacia tres meses atrás aproximadamente, no lo habían hecho más que cinco veces... Contando la noche de bodas.

...

Sayla había ido por un café ☕ aquí la noche está helada 🍃

La meretriz: Noelia (Libro 1)Where stories live. Discover now