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Hace escasos días pensaba en ella como un hermoso sueño, ahora la tengo en brazos pienso totalmente lo contrario. Desde el momento que su cuerpo cayó en mis brazos sabía que ya era de mi propiedad. Deseaba protegerla del mal y del bien, esconderla en las cuevas más oscuras y evitar que la miraran de más. Aunque también deseaba dejarle saber a todos que solo era mía y que no podrían tocarla. Mis compatriotas hablaban de las damas y su futuro junto a ellas, donde incluso se escuchaban planes de futuros hijos. Aquellas hermosas damas deberían agradecer de tenerlos, de tener al Gran Trío de Francia.
Al llegar a nuestro hogar ordené cuidadosamente las instrucciones referentes a la chica. Debía encargarme del resto de ganancias, luego España me lo agradecería. Ahora solo debo terminar mis deberes y alistarme, para luego ir a presentarme adecuadamente.
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Al recuperar mi conciencia lo primero que sentí fue el suave tacto de algo acolchonado a mis espaldas. Al abrir mis ojos celeste me encontré con un techo de hermosos artes de querubines. Sentarme lentamente para evitar cualquier malestar. Mi mirada se pasó a la puerta donde salí corriendo a ella e intenté abrirla fallando en el intento. Escuchar a través de ella era mi segunda opción, aunque no escuché absolutamente nada. Mirar alrededor quizás pudiera encontrar algo más, solo encontré algunos muebles, un enorme armario vacío y al final unas cortinas cerradas. ¿Cortinas cerradas? Las abrí y me encontré con mis familiares siendo llevados a la fuerza.
No sabía el tiempo de cuanto llevo mirando como son esposados y llevándolos a lugares inexplicables. No debía preguntarse dónde estaba, sabía que se encontraba en Francia. Sentí que abrían la puerta y me encontré con los ojos esmeraldas que para muchos son una hermosa fantasía. Ahí parado frente a mí.
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Él se acercó a paso lento a la chica.
- Buen Día, mi Lady. He venido a darle la bienvenida a su nuevo hogar. - dijo sonriendo.
- ¿Mi ..m......m...I...mi nuevo...hogar?- dijo entre hipos de su llanto.
- Si mi Lady, quizás esto suene ilógico, pero desde el momento que caíste en mis brazos eres de mi propiedad.- dijo aproximándose a ella.
- ¿De su propiedad? - comenzó a hablar mejor - ¿Acaso soy una cosa? ¿Además, se podría alejar de mí? -
- No - sentenció- Deseo verte como hace algunas horas muy cerca de mí.-
Cuando más se acercaba a ella, más miedo sembraba en ella. Ella estaba aterrada y acudió a su única opción forcejear. Lamentablemente, la fuerza contraria ejercida por él era mayor. El momento fue interrumpido por una fuerte tocada en la puerta.
- Señor, el rey le busca -menciona un soldado desde la puerta.
- Nuestro momento fue interrumpido mi Lady, pero ten por seguro que no culmina aquí. - dijo para salir del lugar cerrando la cerradura, asegurándose que ella no saldrá de ese lugar.
Ella rompió en llanto sabiendo que el Príncipe ahora era su dueño.
Continuará...
(Recuerden que sus dudas son contestadas en los comentarios.)
