•Pouring Rain•

353 21 3
                                    

Mientras caminas a prisa por las calles de tu ciudad, no paras de rezarle a todos los dioses que conoces porque no llueva.

No solo has tenido un día para morirse, si no toda una semana completa en la que has sentido que el mundo conspira contra ti. Hace unos días, tu auto te ha dejado tirada al otro lado de la ciudad mientras hacías algunos encargos para tu odiosa jefa, así que ahora tienes que caminar por lo menos una hora hasta tu apartamento; caminar realmente no te molesta, pues te ayuda a mantenerte en forma ya que no tienes tiempo de ir al gimnasio o mucho menos de practicar algún deporte, pero cuando miras al cielo, la escasa actitud positiva que quedaba en tu cuerpo se evapora.

Gruesas nuves grises (tan grises que casi podrían ser negras) se amontonan sobre tu ciudad y sabes que es cuestión de minutos para que el cielo se caiga sobre ti, metafóricamente.

Caminas con paso apresurado, intentando no fracturarte un tobillo con los tacones de aguja que tu trabajo exije que uses a diario, te aferras a las correas de tu bolso con la mirada fija en el piso e intentas contener las lágrimas de desesperación, ira y frustración contenidas mordiendote el labio inferior hasta que sucede lo inevitable.

Millones de gotas de agua caen sobre ti furiosas, empapándote desde el cabello hasta los pies, sin mostrar ni un gramo de piedad.

Y entonces, te quiebras.

La frustración y el enojo estallan en tu interior en forma de pesadas lágrimas que ruedan por tus mejillas solo para ser enjuagadas y camufladas por el agua de lluvia, no dejas de caminar, sin embargo.

A juzgar por la avenida que estás atravezando, calculas que han pasado como máximo veinte minutos de que has salido de tu trabajo y eso solo te hace soltar un gruñido casi gutural de desesperación.

Como si no hubieras tenido suficiente, uno de los tacones de tus zapatos se rompe cuando se te ha torcido el pie por la lluvia, afortunadamente lograste sujetarte de algo antes de caer al piso; no le das la importancia suficiente a lo que sea de lo que te has sujetado aún mientras te quitas los zapatos y los arrojas iracundamente contra el piso, hasta que escuchas a alguien hablar.

—¿Mal día? –te giras a mirar a tu lado izquiero a un chico alto y bastante delgado de sonrisa comprensiva.

Te pierdes un segundo en su mirada, hasta que por azares del destino decides bajar la mirada solo para darte cuenta de que antes de caer, te sujetaste de su brazo.

Lo sueltas como si algo te hubiera mordido y lo miras sonrojándote.

—No ha sido mi intención sujetarme de ti, creo que no estaba prestando atención –dices un tanto avergonzada— Lo siento mucho.

—No ha pasado nada –sonríe él de nuevo.

Decides no darle más vueltas al tema pues ni siquiera conoces a este sujeto, así que apartas tu cabello de tu cara y, tras pedir perdón nuevamente, retomas tu camino hacia tu casa.

Tienes los pies helados pues ahora estas descalza sobre la acera inundada de agua y estás segura de que se te han roto las medias de la planta de los pies, pero estas harta de refunfuñar, por lo que lo dejas pasar.

—¡Hey, espera! –escuchas a alguien decir en voz alta detrás de ti. Te giras solo para mirar al mismo chico corriendo detrás de ti— Usa mi paraguas, por favor –te dice, tendiéndote un paraguas azul marino, que decides rechazar con un gesto de la mano.

—Yo ya estoy empapada, tú no –le dices en un tono más serio de lo que realmente pretendes— No hay necesidad de que me lo des, te sirve más a ti.

—Pues yo tengo un buen sistema inmune, y tú pareces a punto de atrapar un resfriado –dice él, apuntando a tus mejillas pálidas, tus labios partidos y a tu nariz roja.

Aceptas el paraguas a regañadientes, pero el extraño no parece contento con eso, así que te detiene para mirarlo fijamente y se quita del cuello una bufanda gris obscuro que enreda alrededor de tu cuello, boca y nariz
y su chaqueta negra que coloca en tus hombros, una vez que ha terminado de abotonarte la chaqueta, coloca sobre tu cabeza el gorro de esta misma y la ajusta de manera que solo se pueden ver tus ojos.

El calor en la ropa del chico hace que tu cuerpo deje de temblar y lo miras conmovida, su cabello se ha empapado de agua y ahora algunos mechones castaños se pegan a su rostro, lleva una sudadera gris y una camiseta de cuello alto debajo de esta, ambas están empapadas, al igual que sus jeans ajustados y, seguramente, sus calcetines dentro de sus botas de combate, pero si es que tiene frío, no lo demuestra.

—No tienes que hacer todo esto –le dices. Tu voz suena un poco distorcionada a causa de la bufanda que te cubre los labios— Ni siquiera sé quién eres.

—Soy Shawn Mendes –dice animadamente. Tiene una sonrisa calida que te hace sentir en tu hogarDéjame acompañarte a casa –lo miras como quien no quiere la cosa y entonces tu mente corre a todo lo que da.

Es un chico muy delgado y no aparenta ser mucho más grande que tu, quizás uno o dos años, sus ojos parecen sinceros y no encuentras un ápice de maldad en ellos, su sonrisa tímida no flaquea ni un segundo y entonces lo consideras, pero, ¿qué pasaría si intenta violarte?

Tu ceño se frunce ligeramente. Escaneas su cuerpo de abajo hasta arriba, sus piernas fuertes, sus caderas pequeñas, abdomen marcado y pecho trabajado por el gimnasio que puedes ver a traves de su ropa empapada, aunado a sus hombros anchos y brazos fuertes.

Pues, si intenta violarme, no creo querer detenerlo.

Te regañas mentalmente por pensar eso y entonces recuerdas que te has perdido en tus pensamientos por lo menos tres minutos y que en ningún momento el supuesto Shawn Mendes te ha sacado de tus cavilaciones aunque literalmente se haya estado mojando por tu culpa.

Le sonríes de lado y con un gesto de ls cabeza, le dices que puede acompañarte, ya has tenido una semana de mierda, ¿qué más podría pasarte?

(Esto es obvio ficción, chicas, nunca dejen a un desconocido hacer esto, manténganse a salvo.)

Por un momento, un silencio sepulcral cae sobre ustedes. Nunca has sido una chica sociable, por lo que te cuesta bastante encontrar un tema de conversación para aligerar el ambiente, pero no tienes que preocuparte, pues él lo hace.

—Sé lo que piensas –dice él con cuidado— sé que te parece extraño que un desconcocido haga todo esto por ti, pero tengo una hermana menor y si algún día se ve en la misma situación, me gustaría que hubiera algún tipo que la cuide.

Lo miras por un segundo, no puedes ocultar que te conmueve lo que dice y entonces te das cuenta de que la caballerosidad no ha muerto.

—Soy t/n –dices tranquilamente— y de verdad aprecio todo esto.

Él te sonríe de lado y prosiguen a hablar de distintos temas, preguntas por su hermana, Aaliyah, que suena como una chica adorable y bastante inteligente, le cuentas de tus hermanos menores a los que tienes que cuidar y él te cuenta que ama cantar y que quiere ser cantante más que cualquier otra cosa en el mundo, a ti te parece asombroso.

—Es aquí –dices una vez que te das cuenta de que han llegado a tu edificio— pero deberías cantar para mi alguna vez.

—Por supuesto, el viernes a las 9 –dice él, antes de besar tu mejilla y empezar a alejarse.

—¡Pero no te he dado mi número! –gritas a sus espaldas.

—¡No lo necesito, sé dónde vives! –responde de regreso y solo puedes sonreír como tonta mientras subes a tu apartamento.

...
¡Díganme qué opinan, porque personalmente vivo para este imagina!

Ahora, hablando más directo, quiero recordarte que esto es ficción, cuida tu integridad, mantente a salvo. Te amo, y te quiero viva.

🍪🍨❤️

Imaginas de Shawn Mendes 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora