• XIII - El Zuharí •

2.4K 330 658
                                    

El puño de Ashun emergió de la nada, cuando ya me daba por muerto

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El puño de Ashun emergió de la nada, cuando ya me daba por muerto. Pasó frente a mis ojos en la forma de un borrón y fue a aterrizar contra la quijada del esclavo que me aprisionaba, obligándolo a soltarme. El cuerpo pesado del hombre cayó a un lado y yo me desplomé contra la carreta con piernas débiles.

Después, mi hermano atenazó mi brazo, me puso en pie de un tirón y luego jaló de mí para obligarme a correr otra vez.

—¡¡De prisa, maldición!! —vociferó con una furia poco propia de él.

Corrimos cada uno con su talego al hombro. Ashun sujetaba el suyo con la mano libre para no tirarlo, mientras que a mí no podría importarme menos perderlo y afianzaba en cambio los aretes de Eloi en mi puño sellado.

Una voz gruesa tronó a nuestras espaldas:

—¡¡Alguien atrape a esos mocosos!!

—¡Ashun...! —jadeé. Ya habíamos alertado a todos.

—¡Silencio, Yuren! ¡Corre!

Nos metimos pronto entre el gentío de las calles y empezamos a torcer por un callejón y luego otro sin dejar de correr, intentando perdernos de vista.

Entramos en una especie de mercado y nos metimos entre los puestos, pisando y tirando a nuestro paso todo tipo de mercancías y productos, recibiendo lluvias de insultos y blasfemias por parte de los vendedores.

Seguí a Ashun sin ver a donde nos llevaba; mi vista estaba en mis propios pies, atento a cada paso para no tropezar con algo y caer, mientras que apenas podía resistir el impulso de mirar por sobre mi hombro para ver qué tan cerca estaban nuestros perseguidores o si todavía nos seguían. El corazón me latía en algún lugar de la garganta y el tobillo lesionado resentía el peso de mi cuerpo en cada zancada, amenazando con fallarme.

Al doblar por una esquina, acabamos metidos en un callejón silencioso y desierto en donde nos detuvimos a descansar al abrigo de una muralla que proyectaba una densa sombra. Me incliné jadeante sobre mis rodillas. El pecho me dolía por el modo en que el corazón me martilleaba entre las costillas y el tobillo me hormigueaba y pulsaba de un modo atroz. Aún era demasiado pronto para considerarnos a salvo, pero de momento necesitaba llenar mis pulmones de aire. Mas no tuve demasiado tiempo para componerme, pues Ashun atenazó mi muñeca y tiró de ella para hacerme avanzar otra vez. Por el camino tropecé dos veces a causa del dolor de mi tobillo, y Ashun volvía a obligarme a andar, jalando de mi brazo cada vez con más fuerza. Tenía una expresión colérica en el rostro.

—¡Suéltame...! —protesté entonces, librándome de él de un tirón.

Mi hermano se precipitó dos zancadas y después regresó sobre sus pasos para volver a asirme de un zarpazo.

Tuqburni | RESUBIENDOWhere stories live. Discover now