• XVIII - Libertad •

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El resto de la noche fue excepcionalmente frío. Desperté un par de veces durante el transcurso de la cual sintiendo que me congelaba y me enrollaba en las cobijas sin conseguir paliar la sensación helada en mi espalda ni mejorar el frío de mis pies, pero estaba demasiado enojado con Ashun y con Zami como para ir a acostarme al lado de cualquiera de ambos.

Tuve muchos sueños confusos de los cuales podía recordar muy poco. Y por la mañana, cuando la claridad de las afueras se coló dentro de la habitación y arremetió de manera progresiva contra mis párpados, comencé a oír un murmullo suave y lejano, que entonaba una melodía conocida.

Esta me llevó de vuelta a dos recuerdos en concreto; el primero de los cuales, uno que no sabía que albergase en mi memoria. Me encontré en una playa extensa y blanca, con la vista del mar abierto al frente y el intenso aroma salino, más allá del olor agridulce de la herrumbe rojiza de unos barrotes. A mi lado una voz suave, ahogada por el rugido de las olas, el graznido de las gaviotas y el murmullo del viento, cantaba para mí... y luego me hizo una promesa que no alcancé a oír. Entonces, una oscuridad aplastante se tragó la visión y me llevó a otro sitio donde ya no vi imágenes y solo podía sentir un frío terrible que me estremecía por completo. Reviví la fiebre y la sensación del sudor pegajoso entre la ropa y mi piel.

El calor y el crépito del hogar me pegaban por un costado incapaces de abrigarme, como si no fueran reales, y la misma voz de antes se abría paso en mis oídos; igual a la primera y aun así distinta. Más grave y más melancólica... más baja y cautelosa; como un secreto...

Sabía a quién pertenecía la voz. Oírla nuevamente me trajo una dicha indescriptible... a la vez que me embargó de una gran soledad. Mi cabeza se negaba a darle un rostro por más que luchaba. Y en cuanto pude lograrlo me desperté de forma abrupta y me erguí de golpe en mi lugar:

—¡¿Eloi?!

Miré a mi alrededor, pero aunque me encontré con una habitación vacía comprobé que no estaba equivocado; no había sido un sueño ni un delirio, pues todavía podía escuchar la melodía en el aire y mis ojos erraron de un lado a otro con desesperación.

Sin embargo, bastó con oírla en la vigilia para determinar que esa voz no era la de Eloi.

Aun así, me levanté aprisa y salí de la habitación siguiendo la voz sin convencerme. Y al torcer por una esquina del edificio me encontré con Zami. Disponía nuestro equipaje sobre uno de los camellos mientras entonaba la canción de mis recuerdos sin reparar en mi presencia. Ashun no estaba allí. Miré al cielo intentando determinar qué tan tarde era y en qué momento habrían traído a los animales del corral. Según parecía, íbamos a marcharnos pronto.

Me quedé inmóvil a escuchar la tonada. Pero entonces, apenas notarme allí de pie, Zami cortó la canción de modo abrupto y me observó con las cejas en alto. Pareció debatirse en sus palabras por un momento.

Tuqburni | RESUBIENDOTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang