Sólo escuchaba unas respiraciones muy fuertes, las mías. No podía tranquilizarme, mi cabeza dolía, mi pecho ardía. Todo a mi alrededor daba vueltas, pero al mismo tiempo, todo estaba tan callado. Nadie se acercaba a ayudarme, nadie veía cuanto gritaba ayuda. Estaba a punto de desmayarme, pero no.
Apareció ella, chasqueó sus dedos frente mío, se agachó a mi altura, me miró a los ojos y me abrazó bien fuerte. Me apretó mucho contra ella, controló mis respiraciones y, poco a poco, consiguió alivianar mi ataque de pánico. Apenas podía hablar para responder a lo que me decía, pero pacientemente esperó a que pudiese levantarme del suelo yantenerme estable; entonces hablé.
YOU ARE READING
Salvajemente frágil
Teen FictionMe estaba ahogando, no podía con el sube y baja de mi pecho y mis lágrimas escapando, pero ella me abrazó y todo cambió.