[02]

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Yoongi entró en el hotel con los nervios a flor de piel. Durante el trayecto en coche apenas había hablado y aunque Hyungsik se mostró bastante simpático con él, la vocecita de su cabeza no paraba de advertirle de su comportamiento temerario.

Yoongi sabía el riesgo al que se estaba exponiendo. No era un chico ingenuo, veía las noticias y estaba al tanto de lo que ocurría en el mundo. ¿Pero qué opciones le quedaban? ¿Confesarlo todo y ver cómo el monstruo de su abuelo los ponía de patitas en la calle? ¿Vivir debajo de un puente hasta que la policía los encontrase y los metiesen en distintos orfanatos u hogares de acogida?

Yoongi no iba a dejar que Taehyung pasase por algo así y mucho menos el día de su cumpleaños. Entraría en esa habitación y haría lo que hiciese falta para conseguir el dinero. Quería una vida tranquila para su hermano, no causarle más problemas.

Hyungsik le tocó suavemente el hombro, lo que sobresaltó un poco al menor. Yoongi le siguió hasta el ascensor, percatándose a su paso de la mirada del recepcionista. El hombre de mediana edad no parecía sorprendido, incómodo o asqueado. Probablemente porque llevaba años viendo escenas similares y ya solo le causaban indiferencia.

Yoongi aguardó nervioso a que el ascensor llegase a la séptima planta. Su inquietud no fue disminuyendo por el pasillo ni al entrar en el dormitorio, al contrario; en cuanto pisaron la habitación sintió su corazón a punto de estallar.

—¿Todavía quieres hacerlo?— Hyungsik le miró a los ojos, consciente del dilema que estaba teniendo.

—¿Cómo sé que tienes el dinero?— Yoongi no apartó la mirada, intentaba mostrarse duro —¿Cómo sé que no intentas estafarme?

El joven de cabello castaño sonrió por su expresión; era como ver a un gatito recién nacido intentando parecer peligroso.

—No lo sabes, al igual que yo no sé si has venido a robarme— se quitó el abrigo y lo colgó dentro del armario —Me temo que ambos tendremos que arriesgarnos y confiar el uno en el otro.

—No soy un ladrón— Yoongi se sintió ofendido —Trabajo muy duro para salir adelante.

—Estoy seguro de eso— Hyungsik se había fijado en sus manos —Mira, esto es sencillo. Tú me das lo que quiero y yo te doy lo que necesitas— se sentó sobre la cama —Pero si no estás de acuerdo puedes irte— señaló la puerta —Nadie te obliga a estar aquí.

Yoongi bajó la mirada. En realidad sí estaba en ese lugar por obligación. Quizá no por su parte, al fin y al cabo no le había llevado allí a punta de pistola, pero la vida lo había obligado a dar aquel paso para proteger a su hermano.

El menor se desabrochó el abrigo lentamente. Hyungsik no apartó la mirada de él.

—Date una ducha— pidió amablemente, tomando el abrigo de sus manos para colgarlo al lado del suyo.

El menor obedeció y entró en el cuarto de baño.

—Solo es sexo— se recostó contra la puerta —Puedes hacerlo. Debes hacerlo— respiró profundamente —Tae te necesita.

Yoongi se quitó la ropa mirando a su alrededor. El cuarto de baño era bonito, no tenía lujos extravagantes pero se notaba que era un hotel de buena calidad. La ducha acristalada le recordó a la de un amigo.

—Amigos— murmuró abriendo el grifo. Desde la muerte de sus padres no había vuelto a ver a ninguno. De un día para otro dejaron de hablarle.

Yoongi no pudo disfrutar de la presión del agua, que era infinitamente mayor a la que tenían sus abuelos en casa. Tampoco logró sonreír cuando su vista se desvió hacia la ventana y notó cómo estaba nevando.

Sui Géneris | ³Where stories live. Discover now