Canción de Cuna

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—¿Estás bien, Lena? —Kara miró a su esposa algo preocupada. Ésta le devolvió la mirada con una cálida sonrisa.

—Sí, lo estoy. ¿Por qué lo dices? —la mujer respondió para luego beber un poco de agua.

—No lo sé, te noto cansada —dijo clavando el tenedor en su plato y llevando un trozo de tarta a su boca.

—Lo estoy. Pero estar cansada no significa que esté mal.

Un pequeño jadeo llamó la atención de ambas, sacándoles una instantánea sonrisa.

—¿Qué pasa, Lori? —la superhéroe dejó la cena a un lado y tomó a su bebé, quien estaba medio dormida, contra su pecho. La pequeña contestó con un suave quejido—. ¿Qué, mi amor? ¿Tienes sueño?

Lena, al ver la interacción entre su mujer e hija, suspiró feliz.

—¿Aún puedes creerlo? —Kara la miró, sin entender a qué se refería—. Me refiero... ¿Aún puedes creer todo lo que vivimos? Ser mejores amigas, después novias, tu pedida hace ya cuatro años —arqueó sus cejas obteniendo un sonrojo por parte de su mujer—, nuestro casamiento hace poquito más de tres años... ella —abandonó su silla y se sentó en cuclillas frente a sus amores.

 —Es nuestra —la pelinegra asintió mientras la bebé de tres meses estiraba la manito derecha para tomar su dedo índice.

—Lori Luthor Danvers —susurró.

Traer a la pequeña al mundo no había sido fácil. Ambas deseaban que su pequeño o pequeña fuera biológicamente de las dos.

Lena trabajó por muchísimo tiempo junto a expertos en la materia para, finalmente, poder gestar a su hija; logrando que Lori creciera en su vientre siendo hija biológica de ambas, sin necesidad de un tercero. Esto se pudo dar gracias a los genes kryptonianos y las capacidades Luthor en la rama científica y tecnológica.

A la hora de decidir que apellido llevaría primero la niña, Kara no dudó en elegir Luthor. La mujer que llevaba el apellido, siempre había creído que el mismo era una especie de maldición. Pero con la llegada de su descendiente, creyó firmemente que aquella "maldición" se había roto.

—Lena, ¿Ya terminaste de comer? —la mencionada la miró y asintió.

—Sí, ahora iré a mi oficina —la kryptoniana soltó un bufido e hizo un mohín.

—¿De verdad tienes que trabajar en casa? —la empresaria asintió con una mueca, apenada.

—Salir de L-Corp temprano solo significa que debo trabajar también aquí. ¿O prefieres que vuelva a casa a las diez en vez de a las seis? —obtuvo una intensa negación por parte de la más alta. Sonriendo, tomó sus mejillas—. Será un ratito, ¿Vale? —se acercó un poco más a ella y dejó un suave beso en su boca—. Las amo —acarició la cabecita de Lori y se alejó de allí, en dirección a su oficina.

—Nosotras la amamos a ella —susurró la súper a su hija mientras la mimaba con suavidad.


Dos horas después. 23hs.

—Hey... —Lena susurró, adentrándose en la habitación. Solo la luz tenue de una lámpara iluminaba el cuarto.

—¿Has terminado? —Kara respondió también susurrando a la vez que mecía a la pequeña, quien estaba adormecida contra su pecho.

—No, aún no. Debo leer unas cláusulas y, si todo está bien, firmar. Pero no quiero hablar del trabajo; suficiente por hoy —se acercó a su mujer y la abrazó rodeando su cintura.

Canción de Cuna - SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora