Okumura Rin tiene doce años cuando conoce a Kerberos y las cartas.
Las cartas mágicas suenan como algo salido de una historia de fantasía, pero eso es con lo que Rin tiene que lidiar. Peor aún, debido a un accidente, tiene el deber de capturar a tod...
Shirō está en la cocina a pesar de la hora tardía. Bebiendo el chocolate caliente que hizo, espera pacientemente a medida que pasa el tiempo.
Es justo cuando la manecilla de la hora se mueve una pulgada que Shirō oye pasos en la escalera. Son suaves, pero están ahí.
Un momento después, Yukio entra en la cocina, acurrucado sobre sí mismo y mirando a Shirō con sospecha.
Shirō sonríe suavemente. "¿Te gustaría un poco de chocolate caliente?" Ofrece, ignorando lo grandes que son las ojeras de Yukio y el cómo se estremece ante cada sombra.
Yukio lo mira fijamente por un momento, antes de asentir lentamente.
Shirō apenas retiene un suspiro de alivio. Finalmente, algunos progresos esta semana.
Shirō se pone de pie y se dirige a la cocina, preparando la tetera y cogiendo una taza. Yukio se acurruca en la silla de la cocina, envuelto en una gruesa manta proveniente de su cama. A pesar de la cálida noche de verano, Yukio está temblando.
Shirō mira a Yukio mientras espera que el agua hierva y se da cuenta de que esto ya no puede continuar. Yukio necesita relajarse y superar su experiencia, pero Shirō no puede hacerlo hablar.
Un pensamiento hace que Shirō saque una de las porciones de galletas que Rin hizo recientemente, simples galletas de mantequilla a las Yukio se hizo aficionado. Yukio solo levanta la vista cuando Shirō pone el plato frente a él.
"Gracias." La voz de Yukio es suave y ronca, como si hubiera estado gritando.
El ceño de Shirō se profundiza ante eso, preguntándose cómo Rin no ha sido despertado por Yukio. El que Yukio tenga pesadillas debería ser suficiente para despertar a su hermano mayor. Pero quizás Rin ha estado tan ocupado últimamente que solo duerme todas las noches sin que nada lo despierte, excepto el temido despertador para llegar a tiempo al trabajo.
Mientras Shirō prepara cuidadosamente el chocolate caliente, piensa en Rin y toma una decisión.
'Si esa es la única manera de llegar a Yukio, la tomaré'. Decide Shirō.
Después de todo, Yukio podría ser un exorcista, pero ante todo es un niño. Y ya es hora de que se lo recuerden.
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La oficina de consultores de exorcistas está tan ocupada como siempre. Lo que quiere decir que casi no está ocupada en lo absoluto. Lo que significa que todos escuchan la gran exclamación que proviene de un rincón en específico.
"¡¿Qué... a qué te refieres con ir a casa?!" Yukio mira a su padre adoptivo en estado de shock. Sin darse cuenta o importarle el estar llamando mucho la atención. "Pero acabo de llegar".
"Y eso fue después de que te dije que tenías el día libre." Shirō le da una mirada decepcionada a Yukio. "Así que vuelve a casa de inmediato".
