Un cambio extremo |1/3|

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Las tardes giraban en torno a las clases extra que recibían ahora, pues los profesores se les ocurrió la increíble idea de que si las lecciones de palabras mágicas aumentaban, su pronunciación se volvería más fuerte y segura. Vaya que las cosas habían cambiado.

El aquelarre decidió que todo debía cambiar, que las cosas ya no eran como antes. Claramente no lo eran ¿cómo podrían ser? Así que anunció que además de tener clases extra, cuanto el crisol escogiera a los compañeros de habitación para los chicos que llegaban nuevos, también re-escogería para los jóvenes de último año, después de todo un cambio les vendría bien ¿no es cierto?

Pues Baz no opinaba lo mismo, no quería actuar como todo un niño haciendo una rabieta, es por eso que no dijo nada en voz alta, pero cuando imaginó la idea de compartir cuarto con otro chico, la sangre se le subió a la cabeza en un segundo y no solo era porque ya no vería a Snow todas la mañanas al despertar y todas las noches al dormir, tampoco le agradaba mucho la idea de tener que compartir cuarto con un completo desconocido. Le molestaba más el hecho de que Simon no estuviera ahí para celebrarlo, porque quiso ese cambio desde que recuerda.

Ahora más que enojado, estaba algo decepcionado. Snow se había ido con el hechicero por asuntos personales, dijeron que volverían para el siguiente mes. Aún cuando serian los últimos días de que podría verlo, él decide irse así sin más.

Entonces supo que al quejarse mentalmente y empujar a uno que otro estudiante no lograría nada, supo que esta vez no podría evitar lo que con hecho iba pasar; esa semana Baz se limitó a esperar, serían los últimos días en esa habitación, que por cierto, era la mejor en Watford, no se imaginaba en donde o con quien le tocaría después, pero sabía que sería una completa tortura.

Se propuso levantarse un poco más temprano de lo usual y disfrutar un poco de la soledad de su habitación, la ausencia de Simon le molestaba, pero al menos cuando se acercaba un poco a su cama, olía a él. Por las mañanas se sentaba o se ponía de lado de manera en que pudiera ver o en este caso, imaginar a Snow dormir, y lo observaba hasta que se cansara, o hasta que su reloj le dijera que era demasiado tarde para ir a clase, porque si fuera por él, podría verlo, o recordarlo todos los días de su inmortal vida, y nunca se cansaría de esos dorados rizos que caían sobre su piel rosada junto a esos lunares que adornaban aún más su perfecto rostro. Sabía cómo lucía, lo sabía de memoria.

Entonces el pelinegro suspiraba al recordar como su gran estrella se levantaba con la vista somnolienta y su cabello revuelto mientras se encaminaba al baño. Pensaba en lo duro que se volverían los días al no poder verlo de esa manera, al no poder nunca más reír mientras lo miraba tratar de acomodar su corbata o enojarse al poner su chaqueta antes de salir sin despedirse.

Pero lo único que pudo hacer fue esperar y actuar como si no le interesara en absoluto, como si no le importará que lo alejaran de la razón por la cual aún seguía en ese ridículo instituto de magia, el lugar que ahora se había convertido en toda una cárcel para magos.

Simon, mientras tanto, gozaba cada segundo, sonreía todo el día. Estaba con el hechicero y eso era grandioso. En primer lugar, sabía lo que estaba pasando en Watford y no le importaba, ahora mismo quería concentrarse en atrapar unas cuantas quimeras, y con el hechicero ahí, todo sería pan comido o eso creyó el primer día.

Se estaban quedando en unas cabañas cerca a ese bosque, y había una mujer quien les hacía los quehaceres. Simon nunca creyó que el hechicero fuese tan... dependiente en cuanto a la casa. Pero todo para él estaba bien ahora, como si la mismísima reina de inglaterra hubiese besado sus manos.

Penelope, mientras tanto, se mensajeaba con Micah todos los días y de vez en cuando enviaba un texto a su madre, solo para mantenerse ocupada. Estar tan desinformada de Simon, la abrumaba. Pero estaba tan feliz de que por fina lograría librarse de Adelfa, solo esperaba que su nueva compañera le gustaran tanto las aventuras como a ella, le haría bien a todos tener una chica nueva en el grupo.

𝓒𝓪𝓻𝓻𝔂  𝓞𝓷.  𝓢𝓱𝓸𝓻𝓽  𝓼𝓽𝓸𝓻𝓲𝒆𝓼Where stories live. Discover now