8. La morena

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Todo estaba oscuro, pero podía escuchar muchas voces a mi alrededor de lo que parecían personas alteradas diciendo mi nombre mientras que las pulsaciones de mi corazón se intensificaban velozmente y sentía mi cuerpo sudar ¿era esto cómo se sentía morir?, no recordaba nada después de sentir unos brazos sujetarme y cargarme; todo se estaba trazando más oscuro, pero de alguna manera las voces comenzaron a desaparecer y las aves comenzaron a cantar, abrí los ojos y una claridad había penetrado mi cuerpo, achiné los ojos antes de mirar a mi alrededor, ¿En dónde estaba? Ese lugar me resultaba bastante familiar, había pasto por doquier, cubierto por florecillas siendo agitadas por la brisa, me senté antes de arrancar una de las tantas flores y mirar alrededor, realmente no había manera de huir de ese lugar, ya eso lo tenía claro. Por inercia comencé a arrancar los pétalos de unas de las florecillas en mis manos.

—Me quiere.

—No me quiere.

—Me quiere.

—No me quiere.

Dije mientras quitaba pétalo por pétalo de la flor blanca, sin pensarlo, la brisa agitaba mi cabello y el sol penetraba en mi piel.

—Me quiere.

—No me quiere.

—Me quiere.

—No me quiere.

—Si te quiero, —Interrumpió una voz que me estremeció, de repente no había más flores en mis manos más sentí una presencia junto a mí, volteé a mirar y era ella, con sus perfectos ojos aceitunados, ese cabello azul y la sonrisa más perfecta que mis ojos habían visto en la vida. No me hablaba con palabras, sino con su sonrisa de repente todas las flores que solía tener yo, aparecieron en sus manos

—Si te quiero —Reiteró al mirar la flor y dejar caer su último pétalo —Siempre te voy a querer.

—¿En dónde estamos? —Pregunté sin más rodeos, el lugar era hermoso y me gustaba estar ahí con ella, donde sea que estuviéramos juntas ahí era donde encontraba mi felicidad.

—Ya has estado aquí antes —Respondió a mi pregunta sin dejar de lado esa sonrisa traviesa en su rostro, aunque no parecía mirarme en ningún momento.

Ese sonido tan peculiar hizo que me estremeciera, era de nuevo ese león al que tanto le temía, miré a Poché inmediatamente en busca de ayuda, sin embargo, la más pequeña solo sonreía, el sonido parecía estar más cerca y mis manos comenzaron a temblar.

—¡Poché! —Le dije con miedo en mi voz, necesitaba que ella me ayudara, era la única que podía.

—Te amo tanto —Dijo mirándome, sus ojos reflejaban paz, me sonrió una última vez antes de desvanecerse, el cielo de repente se oscureció y el sonido de la bestia se acercaba, cerré los ojos lo más fuerte que pude mientras presionaba mis puños, no quería morir.

—¡Daniela! —Escuché la voz de una chica, mis puños seguían presionados —¡Daniela! —La misma voz de nuevo, algo sujetó mi brazo y desperté de repente. Todo a mi alrededor había vuelto a la normalidad, me encontraba en la habitación del hospital con mis típicas sabanas cubriéndome —¡Despertaste! —Dijo la chica sentada al lado mío, donde se supone que siempre está Nina, me sorprendí al verla, sentí algo similar a una punzada dentro de mi cabeza lo que hizo que cerrara los ojos y llevará mi mano a la frente debido al dolor —¡Oye! —Se acercó la chica rápidamente antes de gritar por ayuda, en instantes escuché como varias personas entraron a mi habitación.

—Recuesta tu cabeza, por favor —Dijo Carson ayudándome a colocar las almohadas detrás de mi cabeza, no entendía qué había sucedido, lo único que podía decir con certeza era que volví a tener otra pesadilla con esa espantosa criatura.

QUIMERA | CACHÉ [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora