Twon

7K 845 468
                                    

[ . . . ]

El día de la boda había llegado y con el, un último intento para que Kim pudiera poner en orden sus sentimientos hacia el hermoso chico de regordetas mejillas.

Le quería, si, pero no podía ser amor ¿Cierto?

Debía estar volviéndose loco.

-Tae Tae ¿Qué te parece? - pregunto el pelinegro mientras se miraba en uno de los espejos de su habitación. Poseía un traje real de color azul con su capa color carmesí y varios accesorios de oro puro con incrustaciones de diamantes valiosos que solo las familias más poderosas podrían tener.

Se veía tan lindo.

-M-Muy bien ... Mochi - respondió la rana- ¿Estas seguro de esto? ... Entiendo que quieras hacer felices a tus padres pero, no por ello debes ceder así de fácil a sus ideas si a ti no te agrada alguna.

JiMin entendía el punto de TaeHyung pero tampoco es como que fuera tan valiente como para escapar de aquella ceremonia, aparte ¿A dónde iría?

No es como si tuviera algún amante o siquiera un pretendiente que le corteje y lo deje vivir un tiempo en su casa o, en el mejor de los casos, terminar enamorados y viviendo felices por siempre, a veces JiMin soñaba muy alto y se deprimía al ver que era eso, un sueño más. Tal vez era el hecho de que aún no sabía que tenía un pretendiente además de su prometido.

Un pretendiente algo pequeño y verdoso sin exagerar.

- Hyung, usted sabe que no tengo opción, necesito que mis padres sean felices. Quiero darles la felicidad que les quite cuando vieron mi espantoso físico. - el menor sonrió con amargura y suspiro pesadamente. Sus ojos. Comenzaban a llenarse de lágrimas, parpadeo varias veces para que estas regresarán a sus ojos. ¿Por qué ahora? ¿Por qué ahora que se había encariñado tanto con Kim? ¿Por qué cuando su corazón latía rápido solo por una verdosa rana?

¿Por qué ahora?

Kim no pronunció ni una sola palabra más, debía aceptar que el menor era demasiado terco y jamás se daría cuenta por si solo de lo que el sentía hacia el.

Pero él se encargaría de sacarle la venda de los ojos, quería a su mochi junto a él y nadie más que el. El típico pensamiento egoísta lo atravesó.Derrepente cortando todos los pensamientos arrogantes de su mente, preguntas lo invadieron.

¿Y si estaba siendo demasiado egoísta?

¿Y si solo estaba pensando en si mismo y no en el bien de su mochi?

Un portazo lo saco de su nube, el menor se había retirado junto a su madre para poder dar inicio a la ceremonia. Seguramente era lo mejor.

Su prometido debía hacerle feliz ¿No? Por algo había pedido su mano, por algo quería al pelinegro como padre de sus hijos. Pero aún tenía algo muy en claro que aunque sonará muy arrogante, era cierto.

El jamás lo amaría como su corazón lo hacía.

Sonará tonto, pero era cierto, durante el mes y medio que se organizó la boda, había conocido más al pequeño y su corazón quedó flechado al instante.

Una chillona voz lo saco de sus pensamientos.

- ¡JIMINIE! - Un pequeño niño de no más de 13 años entró a la habitación con los ojos cubiertos de lágrimas y los brazos extendidos en busca de un abrazo - ¡Omma JiMine, Jin omma no quiere darme las galletas!

Kim río al ver tal escena, debido que al pequeño tenía los ojos cerrados no se daba cuenta que la habitación estaba vacía a excepción de una verde criatura.

El príncipe y la rana"↬ᵛᵐᶦᶰWhere stories live. Discover now